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La Rusia imperial y nuestro día a día
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La Rusia imperial y nuestro día a día

Si alguna escena se me ha quedado grabada es aquella que me contaba de pequeño una vez mi padre sobre la vida de los zares, y sobre cómo la casa imperial iba visitando cada pueblo que posteriormente visitaban los zares y vestían a los campesinos, pobres y moribundos, con lujosas ropas y delicados tocados

Por Antonio García Martínez
jueves 21 de octubre de 2021, 19:02h
Nuestro día a día en la actualidad está repleto de anécdotas, historietas y chascarrillos que hacen alusión directamente al pasado. Algunas hablan de los césares, otras de las gentes medievales, y otras de periodos más cercanos, pero si alguna se me ha quedado grabada es aquella que me contaba de pequeño una vez mi padre sobre la vida de los zares, y sobre cómo la casa imperial iba visitando cada pueblo que posteriormente visitaban los zares y vestían a los campesinos, pobres y moribundos, con lujosas ropas y delicados tocados, con el objetivo de simular ante los mandatarios que todo iba bien, y que ellos eran los mejores líderes que se podían tener.

Lo cierto es que a la hora de verificar o desmentir esta anécdota no he encontrado mucho, lo que no suele ser buena señal, pero a mí sinceramente del imperio Ruso nada me sorprende, sobre todo desde aquel tema de Catalina la Grande. No obstante esa imagen que se dibujaba en mi mente como niño para mí es imborrable, y es que muchos mandatarios en la actualidad, de uno y otro bando, siguen viviendo en una mentira constante, o cómo podríamos decir, viven su verdad.

Cuando echo la vista atrás no hace falta irse muy lejos, ni en tiempo ni en espacio, para ver cómo hay mandatarios que se han negado a reconocer lo más obvio, lo que estaba delante de sus narices, a nivel regional o nacional es imposible no acordarse de Teodoro García Egea afirmando en 2018 que el Mar Menor estaba fantásticamente, y que él se bañaba todos los días con su hija de 3 años, y que pablo casado lo haría en breves. Imposible no acordarse, llegado este punto, al baño de Fraga y el embajador estadounidense en Palomares (en realidad fue Mojácar) tras la caída de la bomba nuclear.

No obstante no nos quedamos sin este tipo de ejemplos en las esferas más cercanas como es el gobierno local. En el momento en el que alguien es capaz de decir que han sido unas “fiestas muy vividas”, como leí en nuestra prensa en papel, haciendo referencia a las fiestas patronales de este mes de octubre uno se tiene que reír. Unas fiestas en las que el programa para el día grande, el día de la patrona 7 de octubre, únicamente contaban con dos misas con su ofrenda floral, el puesto de información del vencejo común y un castillo de fuegos artificiales, de nuevo irrespetuoso con el bienestar animal (10 largos minutos de PUM PUM que tuvieron que dejar cagados vivos a los perros de alrededor). Decir muy vividas a un programa de fiestas que podría trasladarse perfectamente en el tiempo a 1956 pues me parece un poco una vergüenza, pero bueno cada uno vive su realidad.
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