Durante estas últimas semanas estamos viendo como la polémica en relación con las restricciones en Navidad cada vez se está haciendo más fuerte. Este sistema (que personalmente no llega a convencerme) de dar el mayor peso a las CCAA en cuanto a restricciones se está revelando ineficiente en algunos aspectos, especialmente este de los límites de nuestra libertad.
Esta mañana se publicaba en la Opinión de Murcia que los murcianos somos de los más proclives de España a la hora de imponer más restricciones, lo que contrasta con la opinión de muchos otros (jóvenes y no tan jóvenes) quienes afirman que ellos saldrán las fechas señaladas de los días 24 y 31 de este mes, no solo vulnerando el número máximo de 10 personas, sino también incumpliendo las franjas horarias permitidas para ello. Todo esto viene acompañado de un gobierno autonómico que saca barriga, nunca mejor dicho, de permitir que los murcianos podamos juntarnos hasta 10 personas (desaconsejado mil y una veces por los expertos), y una campaña, que se ha apoderado de muchos negocios y ciudadanos, como es la de “Salvar la Navidad”.
Y ahora yo pregunto, ¿qué le pasa a la Navidad? ¿De quién o qué hay que salvarla? Y la pregunta más importante, ¿estamos en España como para salvar a nadie?
No es que quiera ser cínico ni centrarme solo en lo malo, pero seamos sinceros, a ninguno se nos ocurrió ninguna campaña como “Salvar la Semana Santa” ni tampoco “Salvar el día de Todos los Santos”, no lo hicimos porque comprendimos que las vidas que se ponían en riesgo con este tipo de iniciativas eran demasiado valiosas como para arriesgarlas por dinero o por disfrutar de algo que sabemos que podremos disfrutar los próximos años (si nos cuidamos claro).
Es por ello por lo que quería aprovechar este espacio para reivindicar que tenemos derecho a disfrutar, tenemos derecho a descansar, a pasarlo bien, a disfrutar de la familia (nuclear) y de los amigos (siempre con todas las precauciones). Pero a lo que no tenemos derecho es a arriesgar nuestra vida y la de nuestros familiares por hacer macrofiestas, y tampoco podemos pretender tener unas fiestas normales y corrientes con todo lo que ha pasado este año. Por ello animo a cualquiera que me lea a que sea responsable, ya nos “vengaremos” de este año y tendremos nuestra Navidad, y el resto de nuestras fiestas, tal y como se merecen.