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¿Agua para quién?
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¿Agua para quién?

Porque el chovinismo, el amor irracional y excesivo a tu terruño, que es amor en una escala muy baja, nos lleva a enfrentarnos con nuestros vecinos por los recursos naturales. Murcianos contra castellanos, o contra lo que se precie

Por Carlos Cárdenas Blesa
sábado 17 de agosto de 2024, 16:01h
Este verano, en plena Querella de las aguas (parece el título de una novela) en Alhama, más concretamente en el Condado, resuena sobre nuestras cabezas un tema que nos acecha desde hace muchos años, y que conforme pasa el tiempo nos persigue cada vez más, hasta el punto de que ha llegado a formar parte de la identidad de nosotros, los murcianos.

Cuando se popularizó aquello del Agua para todos yo era bastante pequeño, pero recuerdo el cartelito colgado en los balcones de nuestros Ayuntamientos y en Murcia, casi como una inequívoca parte del paisaje murciano. En ese momento, evidentemente, yo no sabía reconocerlo como eslogan, pero está claro que fue bastante exitoso como para que alguien, muchos años después, se acuerde de la famosa frase por haberla visto de niño.

Ahora, con algo más de capacidad para discernir, empiezo a atar hilos. Leo en los diarios de Murcia que un gerente de un resort de Murcia está siendo investigado por utilizar durante 17 años acuíferos y pozos para regar un campo de golf. Casi al mismo tiempo, me llegó por una red social un artículo del periódico online lamarea.com sobre “Los desmanes del golf en Murcia: 20 campos en una región semidesértica”.

Quizás este sea un buen ejemplo de la tan manida crítica educativa de que aprendemos de memoria y no sabemos aplicar lo que nos enseñan en la escuela a la realidad. En geografía de España se da que el sureste de la Península tiene un clima de carácter seco, semiárido o estepario, manifestado en su máxima expresión en el Cabo de Gata de Almería, a apenas unos pocos kilómetros de nuestra región. Sin embargo, los murcianos hemos creado una especie de doblepensar donde somos capaces de aprender eso pero no comprenderlo, porque comprenderlo implicaría que cada vez que nos paseásemos por nuestro territorio nos resultara extraño ver tantos proyectos olímpicos que implican una importante cantidad de uso de agua (aclaro que se supone que el agua de los campos de golf procede en su mayoría de agua reciclada no apta para otros usos).

Sé que es impopular escribir sobre esto en Murcia. Por eso siempre me ha parecido que a nivel político es difícil implicarse y sacarlo a relucir. Porque el chovinismo, el amor irracional y excesivo a tu terruño, que es amor en una escala muy baja, nos lleva a enfrentarnos con nuestros vecinos por los recursos naturales. Murcianos contra castellanos, o contra lo que se precie.

Yo lo miro desde la perspectiva murciana, por supuesto. Pero porque soy de aquí y lo padezco desde aquí. Sé la importancia que tiene el uso del agua en mi territorio, la dependencia económica que tenemos de ella en nuestros diversos sectores potentes: agrícola, ganadero, turístico… El miedo que tengo es que en este país siempre estamos al borde de morir de éxito, y a veces lo conseguimos. Nos encanta el pelotazo, el enriquecimiento fácil, que de cuando en cuando no nos lleva sino a la precariedad y la ruina económica, lo que ocurre con el turismo. Pan para hoy y hambre para mañana. Lo explicaré con un ejemplo. En la película de dibujos Rango (Gore Verbinski, 2011), un pueblo de animales de un desierto se está quedando sin el agua que salía de un pozo que les había abastecido y había permitido la vida en el lugar. Avanzada la trama, descubren que el agua del pozo había sido desviada por los humanos para construir una megalópolis al más puro estilo americano en medio del desierto. El problema de los murcianos es que creemos que somos los dueños de la ciudad humana, cuando realmente somos los animalillos del desierto, cada vez más cerca de la extinción.

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