sietediasalhama.com
¿Por qué el Estado sólo puede ser suyo?
Ampliar

¿Por qué el Estado sólo puede ser suyo?

Los reaccionarios buscan, en esencia, que tengas claro cuál es tu papel dentro de la sociedad, como si de una distópica jerarquía medieval en el momento presente se tratase. Que sepas cuáles son tus límites. Que sepas que en España, por muy democracia que ahora sea, hay unos topes que no se pueden cruzar, y que si te atreves a hacerlo, todas sus fuerzas van a caer contra ti

Por Carlos Cárdenas Blesa

Esto que escribo va dirigido especialmente a gente que, más o menos, pueda compartir los sentimientos que tengo según voy leyendo lo que va ocurriendo estos días. Puesto que no soy maniqueísta, aprecio a personas de derechas, no me considero dogmático, y además creo que soy capaz de discutir (en el buen sentido), no voy a englobar a todo el mundo en el mismo saco. Las ideologías son complejas, y van más allá del parlamentarismo de un Estado, incluso de un pueblo. Tienen que ver con los entornos en que nos hemos criado, que nos han transmitido cierta visión del mundo que algunos asumen, otros reinterpretan, y otros desechan.

Creo que España no es, per se, un país necesariamente reaccionario. Definamos bien el concepto. No me estoy refiriendo a personas conservadoras. Quien me conoce sabe perfectamente mis ideas, pero ello no me ha llevado nunca a faltarle el respeto a alguien que tenga ciertas ideas más tradicionales sobre las estructuras sociales. ¿Qué pienso que es, entonces, un reaccionario? Una persona que, de alguna manera, impugna ciertos principios sociales que atravesaron a toda la tradición liberal-democrática-socialista contemporánea. Que quiere volver a un pasado que jamás existió, que reclama un modelo de sociedad sustentada más en una etnocultura o religión concreta que en lo cívico, y que entiende que entre los seres humanos hay una jerarquía, y no solo que no se debe romper, sino que es bueno que exista, puesto que corresponde a estados de desarrollo donde unas sociedades, no sé si por influjo divino o racial, están más avanzadas que otras (obviando así lo que el colonialismo, la marginación o la pobreza han tenido que ver en la radicalización de ciertos grupos sociales, por ejemplo).

Sobre lo que decía, a veces en el pensamiento progresista se comete el error de pensar que somos un país sociológicamente más atrasado que otros europeos, y donde el pensamiento reaccionario tiene mayor arraigo. Quizás por lo de que aquí no hubo una Revolución Francesa. Creo que hoy, viendo el panorama mundial, podemos dar por descartado este axioma. Sin embargo, es cierto que en España la reacción ha tenido una forma bastante concreta, que ha ido cambiando con el paso del tiempo, pero que se ha basado siempre en ciertas élites que se han creído, por diversos motivos históricos, poseedoras absolutas del Estado.

La facción que las apoya es un grupo sociológico amplio que no me atrevo a describir con exactitud, pero que, de alguna manera, una persona con pensamiento, mira, ni siquiera progresista, incluso liberal (pero liberal del liberalismo bueno, el ilustrado, el de Adam Smith, Tocqueville, Stuart Mill, Karl Popper o Hannah Arendt, no ese otro de la serpiente con fondo amarillo), debería temer. Todos ellos tienen bien asumido el pensamiento reaccionario. La mayoría nunca se calificarán a sí mismos como tales: les verán disfrazados de “liberales” (pervirtiendo otra vez el nombre), “patriotas”, “españoles” (a secas), ahora como novedad antisanchistas, etc. En este grupo hay de todo, tampoco lo circunscribo a una clase específica, pero todos tienen claras ciertas nociones sobre la sociedad: España es un ente eterno, y si no lo es, tanto da, porque al menos tiene que parecerlo; el Estado es de ellos: de manera ideal, con sus tentáculos dentro del poder ejecutivo y, si esto no puede darse, como actualmente, entonces en el resto de facciones donde puedan desplegarlos: judicatura y medios de comunicación, por ejemplo, como estamos viendo estos días.

Los reaccionarios buscan, en esencia, que tengas claro cuál es tu papel dentro de la sociedad, como si de una distópica jerarquía medieval en el momento presente se tratase. Que sepas cuáles son tus límites. Que sepas que en España, por muy democracia que ahora sea, hay unos topes que no se pueden cruzar, y que si te atreves a hacerlo, todas sus fuerzas van a caer contra ti. Que el Estado de derecho funciona solo en una dirección, que los medios de comunicación no pueden publicar según qué cosas, que todo vale, desde esparcir mentiras a espiar a rivales políticos, porque luego el chivo expiatorio o tonto de turno acaba procesado y los demás se lavan las manos. Sobran los ejemplos.

Quienes en los últimos tiempos han abogado por las reformas para mejorar nuestra calidad democrática han partido del erróneo principio de que el Estado español era, al menos, neutral en cuanto Estado. Que la manipulación siempre puede existir, pero que dotar de unas reglas de juego básicas a la política (como aquello de que quien esté siendo investigado que dimita) les iba a venir bien. Que la reforma debía centrarse en el poder exclusivamente político, de donde detectaban que podía venir la corrupción. Creo que cometieron el error de la inocencia. Ahora han visto a quiénes se investiga, de quiénes se fabrican pruebas falsas, qué medios dan bombo a manipulaciones o directamente mentiras, y en general que todo resulta escorado hacia el mismo lado. Ahora asisten atónitos a la paradoja de que aun teniendo el gobierno del Estado, la parte profunda del mismo y sus garras en el cuarto poder están intentando por todos los medios, y valiéndose de lo que sea, hacer caer al gobierno, haciendo imposible que si el pueblo español vota izquierda, eso se pueda manifestar en un ejecutivo capaz de cambiar algo. Es el boicot absoluto. ¡Y todavía se sorprenden!

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios