La Casa de la Cultura acoge la exposición titulada 'El fotógrafo del horror. La historia de Francisco Boix y las fotos robadas a los SS en Mauthausen'. El fotógrafo barcelonés estuvo en este campo de concentración nazi y sus fotografías reflejan el horror vivido en Mauthausen y que podemos ver gracias al trabajo del historiador Benito Bermejo.
En los paneles informativos de la exposición se reproducen algunas de estas instantáneas que fueron realizadas por el propio Boix y las que logró rescatar de la destrucción por parte de los nazis.
Sin embargo, los protagonistas en esta muestra son los alhameños que también fueron llevados a este campo de concentración y que hoy se les rinde homenaje para siempre en el conjunto monumental del Jardín delos Mártires.
La inauguración de la exposición estuvo precedida de la charla ofrecida por expertos en este episodio de nuestra historia reciente y por el historiador Víctor Peñalver, artífice de los reconocimientos que en la Región se están llevando a cabo en recuerdo de los murcianos a los que la fatalidad les llevó a los campos de concentración o a las trincheras durante la Segunda Guerra Mundial. Desde 2015 que comenzó su labor, Peñalver afirmó que, con el Ayuntamiento de Alhama, ya son trece los municipios que recuerdan ya a sus vecinos víctimas del nazismo.
De Alhama fueron cinco los que pasaron por Mauthausen. Tres fallecieron allí. Su historia es el reflejo de lo que sufrieron los murcianos en este y otros campos de concentración nazi. La búsqueda de trabajo les llevó, en su mayoría a Francia, antes de la Guerra Civil. El exilio sería el segundo motivo por el que cruzaron los Pirineos tiempo después para acabar en campos de concentración.
Algunos apenas sobrevivieron unos meses en Mauthausen a cuenta de las condiciones infrahumanas en las que se vieron obligados a vivir. Otros fueron gaseados, torturados y asesinados, según explicó la historiadora Fuensanta Escudero, autora del estudio e investigación de los murcianos que padecieron los horrores del nazismo.
Pocas opciones tenían los españoles emigrados a Francia durante la Segunda Guerra Mundial, salvo ser llevados a un campo de concentración o luchar en el frente. Pero después de la guerra, tampoco tenían un país al que volver o que incluso les reclamara quedando a su suerte y en manos de las autoridades francesas que finalemente accedieron a acogerles. Una acogida que en la mayoría de los casos volvió a recluirles en lo que tiempo antes habían sido campso de prisioneros.