FOTOS: El Salitre, un nuevo asentamiento romano en la Región
"Es posible que este yacimiento de Librilla se sume a los yacimientos rurales romanos existentes en la Región de Murcia", afirma María José Morcillo, la arqueóloga que dirige la excavación
viernes 18 de mayo de 2018, 21:46h
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Yacimiento arqueológico El Salitre, en Librilla
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Presentación de las excavaciones en el Museo Arqueológico de Murcia
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La alcaldesa de Librilla, Mar Hernández (4c), en el Museo Arqueológico de Murcia
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Adorno personal
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Caracola
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Cazuelas
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Cuenco con marcas
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Exvoto o juguete
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Ficha y piedra de afilar
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Fuente sigillata
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Fuente sigillata
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Hebilla o bocado de caballo
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Utensilio y piedra de afilar
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Laghino
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Lucerna
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Moldura de marmol
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Moneda
Los restos arqueológicos descubiertos hasta ahora en el yacimiento de El Salitre corresponden a diferentes fases de ocupación de entre finales del siglo I y finales del siglo V. Esa es una de las consideraciones que se extrae de los trabajos de excavación realizados en ese yacimiento dirigidos por la arqueóloga María José Morcillo Sánchez. Entre las diferentes fases se ha interpretado la aparición de un un posible edificio de almacenamiento y en fases posteriores la reutilización del espacio en viviendas. Esto, que puede parecer absurdo o carente de rigor científico, es posible porque la zona de El Salitre ha venido siendo ocupada a lo largo de los siglos a pesar de ser un lugar de alto riesgo por las periódicas riadas que sufre esa zona pegada a la rambla de Librilla. Esta circunstancia ha hecho que los restos arqueológicos aparezcan superpuestos, unos encima de otros, hasta los cuatro metros de profundidad a los que han llegado las excavaciones por el momento. De hecho, ha sido necesario utilizar maquinaria pesada para retirar los estratos superficiales de tierra hasta llegar a los estratos arqueológicos.
Sin embargo, tan importante como lo descubierto hasta ahora, o incluso más, es todo lo que aún permanece oculto. "El Salitre puede dar muchísimas sorpresas y más información", advierte la arqueóloga Morcillo. "Nos encontramos en una zona de almacén de época romana rural, con la aparición de piletas, con un suelo en forma de espiga, abundantes huesos de aceituna, aperos agrícolas... Todo esto seguramente nos evidencia que estamos ante los restos de una almazara de época romana. Sin embargo, la aparición de otros materiales, como restos de fragmentos de mosaico, teselas de vidrio, objetos de metal, fragmentos de pintura mural... nos indican que pertenecen a otra zona del asentamiento que todavía está oculta por la tierra y que formarían parte de la vivienda". En consecuencia, "es posible que El Salitre se añada a los yacimientos rurales romanos de la Región de Murcia", afirma Morcillo. No obstante, advierte, aún no ha concluido la fase de investigación y sólo es posible realizar algunas consideraciones en base a los elementos que han ido apareciendo.
De momento, en las excavaciones realizadas permiten establecer siete fases de ocupación, de las que dos de ellas serían las principales. Una pertenece al momento del funcionamiento de la supuesta almazara. Y otra posterior, correspondería al uso de ese espacio como vivienda. Esta última es la que más material arqueológico ha aportado.
A medida que han prosperado los trabajos arqueológicos, han ido apareciendo una serie de estructuras, unas encima de otras en un caos que la arqueóloga ha tenido que ir ordenando. Se han hallado muros, abundantes restos de cerámica muy esparcidos y revueltos, dos molinos, una pileta, miles de caracoles, un caparazón de tortuga, monedas, restos de mosaicos, trozos de pintura mural... y el enterramiento de una mujer.
Descubrir lo conocido El hallazgo de un yacimiento arqueológico de época romana no fue una sorpresa para una parte de la población de Librilla. Mucha gente, sobre todo personas mayores, hablaban de la existencia de restos arqueológicos en El Salitre. Sin embargo, nunca se habían realizado excavaciones en la zona.
María José Morcillo, la arqueóloga que dirige la excavación, presentó el pasado miércoles en el Museo Arqueológico de Murcia los resultados de la segunda fase de los trabajos de excavación y las conclusiones o consideraciones que se pueden extraer de los mismos. Impartió la conferenciajunto al también arqueólogo David Munuera, la restauradora-conservadora Olga María Briones y la antropóloga Ana Corraliza. La labor de esta última experta ha sido fundamental para conocer bastante más sobre "Sali", el nombre con el que los arqueólogos han bautizado a la mujer hallada en la excavación.
Los restos pertenecieron a una mujer de entre 1,45 y 1,55 metros de estatura. Tenía entre 25 y 35 años. A esa edad, que hoy consideramos que corresponde a una persona joven, esta mujer ya sufría varias patologías: presentaba principio de anemia, sufría artrosis en los dedos meñiques de las manos y los pies, además de en las vértebras dorsales. El desgaste del cartílago en las articulaciones en esa parte del tronco no suele ser habitual y probablemente en el caso de Sali estaba relacionado con la actividad que desarrollaba de manera habitual, consistente en flexionarse o agacharse.
Además, los restos óseos de Sali mostraban una malformación en la tibia que seguramente fue ocasionada por algún golpe o un pequeño tumor.
El estudio de la cadera ha permitido determinar que esta mujer había dado a luz. Y la forma del paladar ha hecho posible establecer que era de origen europeo.
Los restos de esta persona fueron localizados entre la fase IV y V de la excavación, es decir, que vivió entre el siglo III y IV de época romana. No fue un periodo boyante, al menos para Sali y su familia. De hecho, tuvieron que reutilizar las estructuras de época pasada, más espléndida, pero adaptadas a las nuevas circunstancias. Frente al suelo opus spicatum, con ladrillos colocados en forma de espiga, de los siglos anteriores, los contemporáneos de Sali tuvieron que conformarse con un suelo de tierra apisonada.
Otro indicio que apunta a que aquél no fue un periodo de abundancia son los cerca de 5.000 caracoles que se han encontrado en el yacimiento correspondientes a esa época. Pertenecen a una especie conocida popularmente como 'caracol judío', que no se caracteriza por su suculento sabor. De hecho, este tipo de molusco no se suele consumir porque amarga un poco. Sin embargo, es probable que en aquel momento estos caracoles se convirtieran en un recurso culinario imprescindible para la supervivencia en una época de escasez.
Curiosamente, la mayor parte de los restos de todos esos caracoles han sido hallados en el interior de una pileta correspondiente a un periodo anterior de mayor opulencia y reutilizada como vertedero. Sin embargo, antes de que los arqueólogos pudieran alcanzar ese nivel en la excavación, que en los periodos más antiguos llega hasta los cuatro metros de profundidad, ha sido necesario realizar un meticuloso trabajo de investigación. Los primeros pasos se dieron hace un año, cuando se pensó utilizar ese terreno para la construcción de un colegio.
Muros y rumores Los rumores de la existencia de restos arqueológicos en la zona conocida como El Salitre, junto a la rambla, se hicieron más consistentes cuando la presencia de restos de muros en esa zona fue muy evidente. No obstante, la excavación arqueológica no comenzó hasta que se pensó en ese terreno para la construcción de un colegio. En ese primer momento se llevó a cabo una excavación de urgencia que hoy en día se ha convertido en una excavación ordinaria.
Uno de los primeros objetivos de aquel estudio inicial, explica la arqueóloga Morcillo, era determinar los límites del yacimiento. Sin embargo, después de los seis meses de trabajo de la segunda fase de la excavación, aún no se puede dar respuesta a esa pregunta. Se han excavado una extensión de doce cuadrículas, es decir, unos quince metros hacia el interior por otros quince metros, pero todavía no se ha podido establecer hasta dónde llegan los restos arqueológicos.
Sí se conoce ya la dimensión del muro que dio lugar a la excavación en un primer momento. Tiene más de doce metros de longitud. Sin embargo, ha aparecido otro en un nivel inferior cuya antigüedad no es fácil establecer. "Sabemos que es anterior a todo lo demás, pero como no tenemos cerámica que lo asocie, es muy difícil de datar", explica la arqueóloga María José Morcillo.
El Salitre no es el único Las pruebas de la presencia de asentamientos de época romana en Librilla no se limitan al yacimiento de El Salitre. En este municipio también se encuentran los yacimientos de La Cruz y de Finca Trujillo. "Y seguramente haya más que están por estudiar", asegura la arqueóloga Morcillo. Precisamente, uno de los objetivos de la excavación que dirige es determinar la relación de El Salitre con esos otros yacimientos y con el resto de los existentes en la Región.
Además, el estudio pretende determinar todas las fases de ocupación que han tenido lugar en El Salitre, es decir, establecer desde cuándo ha habido asentamientos en esa zona y quiénes han sido los ocupantes en las distintas épocas.
Hasta el momento, los trabajos de excavación han permitido establecer siete fases de ocupación desde el siglo II de época romana hasta el siglo V. No obstante, advierte la arqueóloga Morcillo, "es posible que haya fases más antiguas, a las que pertenecería el muro encontrado sin cerámica asociada".
De la caracola a la pileta Los distintos momentos de la excavación han llevado a los arqueólogos desde una caracola hallada en la primera excavación hasta una pileta correspondiente a la quinta fase de ocupación.
Además de la caracola, en la primera intervención arqueológica se localizaron un laghinos (jarra), diversos restos de muros y un pavimento de opus spicatum.
Más tarde, en la segunda intervención arqueológica, se produjo el hallazgo de dos molinos, aparecieron estructuras correspondientes a diferentes habitaciones y los restos mortales de la mujer a la que hoy se conoce como Sali.
Junto a los muros se encontraron restos de cerámica, que resultan muy útiles para fechar las construcciones. La mayor dificultad ha sido la aparición de los restos unos encima de otros a causa de que El Salitre fue reocupándose a lo largo de los siglos a pesar de ser un lugar no muy aconsejable por el riesgo de riadas.
Las estructuras de la tercera fase corresponden a una época más tardía y pobre. Están mal definidas y son de mala calidad.
En cambio, las estructuras de la cuarta fase aportan una mayor información. Están datadas entre mediados del siglo IV y mediados del V. Se observa la presencia de tres estancias. Ha aparecido un hogar y asociado a él, una especie de tachuelas o chinchetas de hierro y bastantes piezas arqueológicas. Estos objetos permiten no sólo la datación sino que también ayudan conocer algunos aspectos sobre la forma de vida los romanos.
También se han encontrado elementos de metal como un cuarto de moneda. Este hecho es un indicio de pobreza económica en esa época.
La quinta fase corresponde de finales del siglo I hasta finales del siglo II o del III. Aquí se ha hallado cerámica asociada a los muros, pero son piezas muy fragmentadas de almacenamiento como dolías y ánforas. A esta última fase corresponde una pileta. Este elemento cuenta con una canalización que permite intuir la presencia de una segunda pileta. En su interior se encontraron más de 4.000 caracoles correspondientes a la época en la que vivió Sali.
Las riadas y la sal Los dos mayores problemas a los que se han tenido que enfrentar los arqueólogos y restauradores en su labor han sido las riadas que ha sufrido la zona a lo largo de los siglos y el elevado nivel de sal presente en la tierra de ese lugar.
Las grandes tormentas seguidas de las trombas de agua han provocado la dispersión de los restos de cerámica. Olga María Briones, técnica de restauración, explica que los trabajos de excavación han dado como resultado la retirada de 90 cajas de material arqueológico. Los restos pertenecientes a una misma pieza pueden encontrarse en zonas muy separadas, lo que obliga a un trabajo muy meticuloso y lento para reunir todos los trozos. Pero antes de intentar encajar las piezas de este inmenso puzzle, es necesario limpiar los trozos y eliminar la sal incrustada. "La presencia de la sal no es un problema estético. La sal se mete en los poros de los distintos materiales y al cristalizar, va rompiendo todas las estructuras y al final va disgregando los materiales", explica Briones.
Una vez limpios, empieza el trabajo de ver cómo ajustan todos los trozos de una pieza y en qué orden deben colocándose para poder ir encajándolos. En los casos más complicados, se han restaurado cerámicas de hasta 77 trozos y puede que no sean todos y aún falten más por localizar.
Los elementos hallados van desde cuatro pesadas ruedas de piedra correspondientes a dos molinos hasta delicadas cucharillas o espátulas para uso médico o cosmético, agujas para el pelo, piezas de hueso tallado o monedas de bronce cuyo principal valor es que permiten establecer cronología.
Todos esos elementos han pasado por las manos de la restauradora, además de los restos de muros y otros elementos que deben permanecer en el yacimiento. El objetivo es conservarlos en el mejor estado para extraer de ellos la máxima información sobre las gentes que ocuparon El Salitre en distintas épocas. A esa labor se sumarán en la última quincena de julio un total de 24 jóvenes que participarán en un campo de trabajo para el que el Ayuntamiento de Librilla ha solicitado una subvención, ha anunciado la alcaldesa, Mar Hernández Porras. Y también adelantó que está prevista la instalación tanto de una cubierta sobre el yacimiento para protegerlo de las inclemencias del tiempo como de una estructura para impedir que se pueda acceder al mismo sin supervisión.
El objetivo de estas inversiones, explicó Hernández Porras, es cuidar este yacimiento que "ha comenzado a devolvernos nuestra historia, a decirnos que Librilla tuvo un importante significado dentro de la época romana en la Región".
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