Habían regresado los soldados tras el desastre del 98. En el país hay paro, miseria, hambre y necesidad. Comienza el siglo XX con el drama de Cuba y Filipinas muy presente. En ese contexto resurge el deseo imperialista en España con la posibilidad de ocupar tierras en el norte de Marruecos.
Ésa era la situación cuando nuestro país se embarca en la aventura de África, según explicó brevemente Juan Cánovas Mulero, cronista oficial de Totana, en su conferencia de este sábado en la Casa de la Cultura con motivo del homenaje a los Héroes de África.
En Alhama de Murcia y Totana las dificultates eran similares. Había problemas con el cultivo de la naranja por los vientos y las heladas, se produjo el cierre de mercados en Europa o faltaba transporte para enviar la mercancía al puerto de Águilas.
Esa situación económica provocó que en la década de 1920 muchos vecinos no tuvieran qué comer.
En muchas poblaciones de país se vivian escenas de angustia al despedir a los soldados que partían hacia Marruecos.
"España sufre y sobre todo sufren los más pobres", resumió el cronista de Totana.
Al mismo tiempo, el espiritu patriótico, anima a otras personas a participar en la Guerra de África. En el caso de Totana, dos miembros pertenecientes a la élite de la sociedad local se embarcan en esa aventura.
Por un lado, Bartolomé Cayuela, abogado y de familia militar, se trasladó a Marruecos con 28 años guiado por ese espíritu nacionalista que tanto se había fomentando. Murió con 30 años en 1923. Al conocerse la noticia en Totana, sus vecinos le hacen grandes reconocimientos.
Otra víctima de esa guerra fue Telesforo Crespo, miembro de una élite de militares totaneros y de una familia muy importante a nivel económico. Con ese mismo sentimiento patriótico, marchó a Marruecos. Cuando el conflicto estaba en su fase final, murió por el disparo de un francotirador en 1927.
Junto a esos dos destacados miembros de la sociedad totanera, también llegan al norte de África jornaleros, carpinteros, músicos...
Las historias de estos vecinos, señaló Juan Cánovas, debe animarnos a conocer y valorar los acontecimientos del pasado, no sólo a mirarlos con añoranza y nostalgia.