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El enfado es sano y los niños deben poder expresar su ira
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El enfado es sano y los niños deben poder expresar su ira

La psicóloga Carolina Belchí aconseja a los padres no reprimir la ira de sus hijos porque "es una fuerza para luchar por lo que quieren conseguir"

Por Redacción
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viernes 26 de abril de 2019, 18:05h

La agresividad es producto de la frustración, pero la ira no se puede calificar como negativa. La psicóloga Carolina Belchí la considera "un motor o una fuerza para luchar por lo que queremos conseguir". Los padres no deben ignorar ni intentar reprimir la ira de sus hijos, pero eso no significa consentirla. Belchí afirma que los niños deben poder expresar su ira "pero respetando al que tienen delante, verbalizando la causa de su enfado". Y subraya que "el enfado es sano".

Sus palabras fueron seguidas con atención por una veintena de alumnos (todas mujeres salvo un hombre) que asistió este a la Escuela de Padres organizada por la FAPA en el Colegio Antonio Machado con la colaboración del Ayuntamiento. El título de conferencia de la psicóloga Carolina Belchí Ramírez no dejaba lugar a la duda: "S.O.S. Padres en apuros".

Belchí explicó que la ira que está en el origen de las rabietas de los más pequeños tiene como objetivo resolver alguna de sus necesidades. Cuando el niño está en una edad de entre 2 y 5 años suele estar relacionada con asuntos de socialización. A partir de los 6 y hasta los 14 habitualmente tiene que ver con actitudes competitivas, comparaciones y el sentido de la justicia. Y finalmente, en la adolescencia las causas del enfado y la ira son parecidas a las del adulto y están relacionadas con los cambios físicos, la presión grupal, la no aceptación y las exigencias escolares y extraescolares.

La agresividad puede ser verbal, física y emocional. En todos los casos es "sano", pero siempre que la situación no se nos vaya de las manos, advierte la psicóloga Belchí.

Agresividad en los genes
La agresividad ha sido imprescindible para la supervivencia de la especie, afirma la psicologa Carolina Belchí: "La ira es innata, pero puede expresarse de manera positiva o negativa". En este punto, los padres deben tener en cuenta que sus hijos les tienen como referente, aunque no son el único modelo en el que fijarse porque los niños también imitan a sus compañeros y comportamientos que ven en escenarios como películas o videojuegos.

La buena noticia para los padres que habitualmente son víctimas de las rabietas de sus hijos es que ese comportamiento se puede corregir, aunque es necesaria la constancia para conseguirlo.

En esencia, la solución pasa por evitar que los niños consigan el objetivo que persiguen con esa forma negativa de actuar. Por ello, el primer paso consiste en identificar el 'premio', recompensa u objetivo que esperan conseguir con la rabieta. A veces es un objeto, otras satisfacer un deseo y en ocasiones sólo buscan llamar la atención.

Pautas y premios
Al finalizar la charla, la psicóloga Carolina Belchí entregó a los padres asistentes un escrito a modo de resumen en el que, divididos en pautas y premios, están recogidos los consejos a seguir para reconducir el comportamiento de los niños.

Las pautas educativas propuestas son seis:
1. Ser firmes. Mostrarse cariñosos, pero firmes es la forma de decirle que deje de realizar ese comportamiento que es inadecuado.
2. Poner normas claras para que el niño comprenda qué es lo que se espera de él.
3. Informarle sobre lo que puede hacer y lo que no puede hacer.
4. Ser conscientes; los límites deben cumplirse siempre las las circunstancias sean las mismas.
5. Explicar de forma breve y según su edad el por qué de las normas.
6. Al castigar una conducta, desaprobar lo que ha hecho mal y no juzgarle a el.

Y en cuanto a los premios:
1. Elige premios que no se los des normalmente.
2. Tan premios distintos para evitar que se aburra de ellos.
3. Dar inmediatamente el premio después de cada conducta correcta, nunca antes.
4. No dar un premio a cambio de la promesa del niño de que hará la conducta que esperamos de él.
5. Sustituye gradualmente los premios por actividades y premios sociales (abrazos, besos, elogios, atención, caricias...)

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