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Del “concejal de fauna” y otras hierbas

Del “concejal de fauna” y otras hierbas

Francisco Alcaraz pecó de bisoñez política en su primer pleno como concejal de Gobierno

No, por mucho que lo repitan en la Sexta, en Alhama no hay un “concejal de fauna” (aunque el chiste sobre los energúmenos de la oposición quedó suspendido en el aire y muchos lo oyeron en sus cabezas). Lo que hay en Alhama es un concejal de control de plagas y (control de) fauna. Mosquitos, roedores, cucarachas, y garrapatas han protagonizado numerosos episodios de infestación procedente de instalaciones municipales en los últimos años, pero es que fauna salvaje como los arruís y los jabalíes, cada vez de manera más frecuente producen daños en instalaciones e incluso viviendas privadas, daños de cuya indemnización se están haciendo cargo las arcas municipales. Quizá hay quien pueda decir que estas tareas, aunque importantes, no tienen categoría suficiente para encarnar una concejalía, pero teniendo en cuenta la escasa disponibilidad horaria del concejal de Vox y que no va a recibir ningún tipo de compensación económica adicional por esta responsabilidad, es mucho más comprensible que se desgaje estas tareas de las de Bienestar animal, equilibrando así las del equipo de gobierno.

Francisco Alcaraz, sin embargo, pecó de bisoñez política en su primer pleno como concejal de gobierno. Después de un discurso brillante que arrancó aplausos de la concurrencia afín, se metió en contestar de buena fe a una pregunta socialista, sin darse cuenta de que ellos nunca preguntan ni hablan con intención recta de saber o llegar a compromisos, sino que cuando intervienen lo hacen buscando la manera de que el adversario (el “enemigo” para ellos) cometa un traspiés lingüistico que ellos puedan aprovechar para sus campañas de desinformación. No creo que le vuelva a pasar, pero para vacunarse, puede ponerse y estudiar los videos de aquel diputado de Vox al que se lo hicieron con su mención a los “conejos” en un asunto reproductivo, o a la misma Carolina cuando tuvo su lapsus linguae con lo de catedrático. En ambos casos fue injusto, pero como servía para la caricaturización de Vox, llegó hasta la prensa nacional.

Yo llevo nueve años en política activa ya, primero de forma activa y después de forma subsidiaria. La única vez que me he presentado en una lista electoral fue con Ciudadanos, que es la formación que más se ha acercado (al menos con los estatutos que tenía cuando yo me afilié, antes de que me los cambiaran unilateralmente) a mis ideas políticas. Eso significa que en muchos aspectos estoy en las antípodas ideológicas de Vox (usando las palabras de Machado, hay en mis venas gotas de sangre jacobina). Sin embargo, eso no impide que pueda mirar los plenos con un poco de distancia (especialmente ahora que María Cánovas impide que los mismos se vuelvan interminables e inseguibles), y que me entretenga viendo las “estrategias” de unos y de otros.

El último pleno, a pesar de su corta duración, tuvo sus momentos más allá de ese desliz de Francisco. Cuando Antonio Espinosa atacó incomprensible e injustificadamente a la moción que traía Antonio García por Izquierda Unida, acusándole de que era una “moción tipo”, fue uno de ellos. ¿Qué necesidad había?. Era una moción amable, que va en la dirección en la que todo el mundo pretende trabajar, entre otras cosas, porque es la dirección que subvenciona la Unión Europea, pero también porque es la dirección que supone una mejora en el bienestar de los vecinos. ¿Qué problema tenía Antonio Espinosa con ella? ¿La dificultad de ligarla con el proyecto del parque de la Cubana?. Su tono lloroso, parejo del de su compañera Alicia y el de la inefable Mariola, tampoco ayudaba a que se entendiera o empatizara mucho con su discurso.

En fin, un pleno corto (gracias a Dios y a la observación estricta del reglamento), útil, que anticipa un equipo de gobierno estable y ágil, centrado en el trabajo y la gestión y que nos dejó esos pequeños momentos sin los que asistir o mirar on line estos espectáculos se haría insufrible.

Nota para protocolo: Hay que aumentar el número de asientos para el público asistente, que la carísima remodelación socialista, además de no solucionar los problemas de sonido, eliminó demasiados y ya van varios plenos en los que parte del público debe quedarse de pie.

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