Yo elijo. Elijo la comodidad de mi casa, el café bien caliente, algún buen libro, la sonrisa de mis hijos, el rato con las amigas, los buenos recuerdos, una buena serie, escribir una poesía, la voz suave y cómplice de quien me ama, el calor reconfortante de una buena ducha, el suave tacto de la comodidad, la tranquilidad y la paz.
Y hay quien no elige. No eligió perder su hogar, dejar atrás su familia, emprender una marcha sin destino con lo poco que puede arrastrar, huir de los bombardeos, refugiarse en una estación de metro, quedarse sin colegio, sin vecinos, parque, juguetes y ya nada volverá a ser lo mismo.
No hay peor destino que una guerra, ser refugiado, huir con lo imprescindible para salvar la vida y perder todo por lo que llevas la vida luchando.
Amanece, veo las noticias y todo me parece aterradoramente espantoso. Niños hacinados en una estación de metro, reflejando en sus ojos el pánico que les produce el ruido de las sirenas que les avisan que serán bombardeados.
Madres dejando atrás a sus maridos, hijos mayores, padres… a los que les darán un arma para enfrentarse a un ejército entrenado y quizá no vuelvan a ver jamás.
Amanece e intento comprender qué le lleva a un ser humano a matar a otro, quitarle su hogar, despojarlo de su vida...
Post data. “No hay bandera lo suficientemente larga para cubrir la vergüenza de matar a gente inocente” Howard Zinn.
Si (
No(
