Con la extracción de la quilla han concluido los
trabajos de extracción de la embarcación fenicia ‘Mazarrón II’, sumergida en la playa de la Isla, en Mazarrón. Termina así el riguroso proceso que comenzó el pasado mes de septiembre para sacar a superficie los restos del pecio, datado en la segunda mitad del siglo VII antes de Cristo.
La quilla, eje axial de la embarcación, es la última de las 22 piezas en las que se dividió el barco para su extracción, una tarea que se ha desarrollado de popa a proa, abriendo la caja metálica protectora en la que se ha mantenido para asegurar su conservación bajo el agua.
La consejera de Turismo, Cultura, Juventud y Deportes, Carmen Conesa, destacó que los trabajos “han seguido un riguroso plan elaborado, consensuado y meditado por un equipo de expertos de alto nivel, dirigidos por el investigador de la Universidad de Valencia Carlos de Juan, que ha contemplado y previsto todos los escenarios posibles como garantía de éxito”.
Tras culminar los trabajos de extracción, comienza en el ARQVA, Museo Nacional de Arqueología Subacuática de Cartagena, la fase de estudio, restauración y conservación de la madera, con el fin de que pueda permanecer en el medio aéreo, y el proceso de volver a encajar las piezas de la embarcación para una futura exhibición al público. Participarán en esta fase científicos e investigadores, y permitirá conocer mejor los hábitos de vida y costumbres de la época.
Carmen Conesa subrayó que todo el proceso “es el fruto de la colaboración entre administraciones para poner en valor uno de los barcos antiguos más completos hallados en el mundo hasta la fecha, pues se conserva casi entero y es un ejemplo único de la navegación y la arquitectura naval fenicia”.
El trabajo desarrollado en el marco del proyecto de extracción se presentará en el Consejo de Patrimonio Histórico que se celebrará en la ciudad de Murcia.
Proyecto de extracción
La UNESCO incluyó en su Registro de Buenas Prácticas del Patrimonio Cultural Subacuático el proyecto de extracción del pecio ‘Mazarrón 2’, acreditando, por consiguiente, el rigor del trabajo planificado.
Desde el año 2018 se han promovido desde el Gobierno regional, en colaboración con el Museo Nacional de Arqueología Subacuática de Cartagena, una serie de intervenciones arqueológicas de seguimiento y control sobre el terreno del estado de conservación del pecio. En 2021, con el fin de garantizar su protección, salvaguarda y disfrute para las generaciones futuras, se acordó su extracción y posterior tratamiento de conservación en las dependencias del ARQVA, decisión que fue adoptada a partir del criterio técnico del grupo de trabajo creado años atrás al efecto y constituido por especialistas en la materia y representantes de todas las administraciones.
En estos trabajos han participado especialistas en arqueología subacuática y arquitectura naval antigua, así como profesionales de la restauración de piezas arqueológicas procedentes del mar.
Tras un proceso de debate, se llegó a la conclusión de que la solución más adecuada era extraer la nave fenicia, dada la inestabilidad de su situación en el fondo marino y el riesgo de deterioro o pérdida total que sufría. Esta decisión fue refrendada en la reunión internacional de expertos que se celebró en el ARQVA en mayo de 2021, bajo el auspicio de la UNESCO y con participación de la comunidad científica internacional que trabaja en patrimonio arqueológico subacuático.
El yacimiento
El barco fenicio forma parte de un conjunto de dos barcos hallados en la Playa de la Isla y tanto los pecios como el yacimiento subacuático están considerados Bien de Interés Cultural (BIC), protegiéndose así toda el área. Este yacimiento se caracteriza, hasta el momento, por la presencia de dos barcos datados en el siglo VI a.C. Del primero se conserva un tramo de cuatro metros de la quilla, un tablazón y unas piezas de madera con forma cilíndrica que parecen corresponder a las cuadernas de la nave, y se encuentra en el Museo Nacional de Arqueología Subacuática (ARQVA).
El Barco 2, prácticamente completo, se conservaba en el lugar del hallazgo, protegido por un armazón metálico y cubierto por arena con el fin de garantizar su conservación.
Tiene una longitud de 8,15 metros y 2,25 metros de manga, fue construido con madera de ciprés, pino carrasco y olivo, y se localizó en 1995 con todo su cargamento, los objetos de la tripulación y el ancla, la más antigua de su tipo.