A punto de acabar un caluroso verano, la Región ha estado estos meses en un riesgo alto de incendio. En Alhama, el pulmón verde de Sierra Espuña y la Sierra de Carrascoy son dos puntos vulnerables a los temidos incendios, más propensos en la época estival a causa de las altas temperaturas y la baja humedad.
En ocasiones, hay incendios en los que rápidamente se sospecha de una intervención del ser humano. Es la principal hipótesis que se investigó en los incendios registrados este verano en un terreno agrícola de Librilla.
En el caso de los incendios forestales, es la unidad del SEPRONA de la Guardia Civil la que investiga las causas. El cabo 1º del SEPRONA en Alhama, Amando Marín, y los agentes Ángel Aranda y José Díaz son de los primeros en acudir al lugar donde comienzan las pesquisas para saber si el incendio ha sido fortuito o no.
Con ellos Siete Días Alhama se traslada a la zona del incendio que se registró en 2021 en la falda de la sierra de Carrascoy.
Entonces el fuerte viento fue determinante para el inicio del incendio que asoló 25 hectáreas tras la rotura de uno de los cables del tendido eléctrico.
El cabo 1º Amando Marín destaca que estos espacios naturales protegidos son los puntos más sensibles y a los que se le presta una especial atención, pero también el abandono de campos agrícolas genera una problemática adicional que hace estas zonas más vulnerables.
Los primeros pasos
El primer paso que dan los investigadores cuando reciben el aviso de un incendio forestal es la observación y recopilación de información. Los vecinos cercanos a la zona del incendio, muchas veces son las que avisan del mismo, y los propios bomberos del CEIS son los que ofrecen los primeros datos, muy útiles para la investigación.
Ellos son los que dan pistas valiosas para el primer objetivo: localizar el punto de inicio del fuego.
Para ayudarse en la localización de ese punto, los agentes del SEPRONA recopilan otros datos adicionales importantes como las últimas lluvias registradas que dan una pista de la humedad del combustible vegetal en el momento del incendio, el viento, que es decisivo en el ritmo de propagación del fuego, y la orografía del terreno.
Además, el SEPRONA utiliza su maletín de investigación con el que analiza palmo a palmo la zona donde se inició el fuego. Así podrán determinar el método con el que se iniciaron las llamas y demostrar si fue intencionado o no.
Hay incendios fortuitos, como puede ser el ya citado en Carrascoy ocasionado por la rotura de un cable eléctrico que cedió al viento. Otros pueden ocasionarse por causas climatológicas como el calor o una tormenta eléctrica, y en otras ocasiones, un ave que choca contra el tendido eléctrico y cae en llamas al monte.
Las malas intenciones
Sin embargo, hay otros que sí son intencionados. El agente Ángel Aranda apunta a intereses económicos, personales o incluso por venganza como motivos más comunes. Las señales más claras en este tipo de incendios son varios focos iniciados simultáneamente, generalmente se producen cerca de los caminos y el autor del fuego siempre se queda cerca del lugar para asegurarse del éxito de su objetivo.
No obstante, la investigación se vuelve más compleja a la hora de demostrar la autoría del incendio. Es la misión de los agentes del SEPRONA para después trasladar a la autoridad judicial toda la información recabada en la investigación.
El día a día de un agente del SEPRONA
Además de la investigación de los incendios, los agentes del SEPRONA de la Guardia Civil realizan una importante labor en la vigilancia y prevención del espacio natural alhameño y también en Librilla.
Cada día realizan rondas de vigilancia de las masas forestales y espacios protegidos en el municipio como es Sierra Espuña, Carrascoy y los Saladares del Guadalentín. También la zona rural.
El agente José Díaz explica que en verano la vigilancia se intensifica desde el mediodía y primeras horas de la tarde, cuando estadísticamente se registran más incendios. Este verano no ha habido incidentes destacables, pero la vigilancia es constante.
Díaz señala que existe, cada vez más, una mayor concienciación ciudadana en cuanto a la preservación del espacio natural. Hay excepciones, pero el comportamiento de los ciudadanos en nuestros montes es muy correcto.
Además, desde la prohibición de las quemas de restos agrícolas y podas, las intervenciones se han reducido notablemente.
El agente explica que las quemas agrícolas, autorizadas o no, requieren de una vigilancia estrecha, puesto que, en ocasiones, puede descontrolarse y no tener medios adecuados para evitar su propagación.
Afortunadamente, este tipo de intervenciones del SEPRONA en Alhama no son los más frecuentes.