Ocurrió no hace mucho tiempo y no fue muy lejos de España. Tuvo como escenario a la 'civilizada' Europa y hoy se repiten muchas de las circunstancias que lo hicieron posible porque "no hemos aprendido nada de la historia". Esa es la conclusión de Alfonso Cerón Aledo, profesor jubilado del IES Miguel Hernández, tras su estremecedora conferencia con motivo del Día Internacional de Conmemoración en Memoria de las Víctimas del Holocausto.
Los números del Holocausto son aterradores: 6 millones de personas asesinadas en cuatro años. Esta masacre tuvo como escenario los campos de concentración nazis, en donde también perdieron la vida 6.000 españoles, entre los que había 274 murcianos. Tres de ellos eran alhameños. Otros dos, un hombre y una mujer, consiguieron sobrevivir a semejante horror.
¿Cómo es posible que 10.000 españoles acabaran en manos de los verdugos nazis siendo Hitler y Franco aliados? El general Francisco Franco pudo salvarles, pero se desentendió de ellos porque eran republicanos. Tampoco antes se había preocupado por la suerte de esos prisioneros el mariscal Philippe Pétain. El jefe de Estado de la Francia colaboracionista con los nazis, sólo se ocupó de sus compatriotas, dejando en manos de Adolf Hitler el destino de esos españoles que habían huido de la Guerra Civil al negar que perteneciesen al ejército francés pese a que se habían unido a la lucha contra los alemanes en suelo galo.
Más allá de las cifras, la conferencia del profesor Alfonso Cerón estuvo centrada en las terroríficas e inhumanas circunstancias que padecieron los prisioneros de los campos de concentración. Cerón explicó por qué están regados con sangre de españoles cada uno de los 186 peldaños de la “escalera de la muerte” del campo de exterminio mediante el trabajo de Mauthausen. Contó cómo habían llegado hasta allí en vagones destinados al transporte de ganado tras dos días de espeluznante viaje. Y describió los trabajos forzados, su mala alimentación y el hambre, el frío, la humedad, los piojos, el hacinamiento en los barracones... unas condiciones que, como media, impedían una supervivencia más allá de los seis meses.
Alfonso Cerón también habló de las marcas de arañazos en las paredes de cemento de la cámara de gas de Auschwitz, que aún hoy pueden verse y que muestran el horror y padecimiento que experimentaban los prisioneros durante los 15 minutos que tardaban en morir tras respirar el zyklón B (cianuro de hidrógeno).
La sentencia de muerte podía llegar tras una herida, lesión o enfermedad que impedía al prisionero volver de inmediato al trabajo. De hecho, una de las primeras advertencias que recibían los recién llegados a Mauthausen era "nunca vayas a la enfermería". Heinrich Himmler, uno de los principales líderes del Partido Nazi, lo había dicho bien claro: "En los campos alemanes sólo hay sanos y muertos, no enfermos".
Y así era. Todas las mañanas, médicos de las SS visitaban a los enfermos. Tras examinarlos, anotaban los números de identificación de los prisioneros que consideraban que ya no eran válidos. Por la tarde pasaban con una camilla y acababan con sus vidas con una inyección de gasolina en el corazón.
Las mujeres también sufrieron la deportación. Viajaron en los mismos vagones de ganado de los hombres, realizaron trabajo esclavo, padecieron trato inhumano, muchas fueron sometidas a experimentos médicos, ... En el campo de Ravensbrück las prisioneras sufrieron horrores añadidos por su condición de mujeres. Si llegaban embarazadas las hacían abortar, pero si el embarazo era de ocho meses las sometían al experimento de estudiar sus reacciones al matar al bebé recién nacido. Los pequeños eran asesinados de un golpe en la cabeza contra la pared o ahogados. Sus madres morían o se volvían locas.
En el campo de Mauthausen de categoría III, es decir, exterminio mediante el trabajo, hubo más de 7.000 españoles. Pero no fue el único campo donde hubo españoles, en Dachau 756, en Buchenwald 636, y en menor número en otros campos, hasta unos 10.000 compatriotas y se calcula que murieron a manos de sus verdugos nazis unos 6.000.
Entre las víctimas de este horror había cinco alhameños. Tres de ellos (José Cerón García, Antonio Martínez Baño y Francisco Aledo Martínez) no sobrevivieron, fueron asesinados en Gusen, un subcampo de Mauthausen donde murió la mayoría de los españoles. Tuvieron mejor suerte José María Martínez Costa (preso durante cuatro años en Mauthausen y liberado) y Braulia Cánovas Mulero (liberada en 1945 tras pasar por tres campos de concentración).
El fascismo sigue aquí
Hitler fue derrotado, pero el fascismo no. Así de contundente se mostró Alfonso Cerón en la última parte de su conferencia. Aseguró que hoy esa ideología totalitaria se ha transformado en una opción política aceptable para muchos ciudadanos.
Cerón también lamentó que no hayamos aprendido nada tras el holocausto. De hecho, se siguen produciendo masacres y genocidios en numerosos lugares del mundo, continúa habiendo refugiados en campos de concentración tras alambres de espino en las mismas condiciones infrahumanas que sufrieron los españoles en febrero de 1939. Nos horrorizamos de cómo recibieron los franceses a nuestros compatriotas que huían de la guerra, pero hoy seguimos tratando de la misma forma a los refugiados que huyen de los conflictos bélicos.
El profesor también advirtió de que, sin la colaboración de la sociedad germana, no hubiera sido posible lo ocurrido en la Alemania nazi de la década de los años 30. Por lo tanto, las sociedades también tienen su parte de responsabilidad.
En este sentido, Alfonso Cerón puso fin a su conferencia con una frase del filósofo Manuel Reyes Mate: "El olvido, e incluso la ignorancia, se convierten en cómplices pasivos de los verdugos".