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Puño de hierro, mandíbula de cristal
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Puño de hierro, mandíbula de cristal

No te preocupes por mi, Magdalena (ya que me tuteas, te tutearé yo también). Mi madre, después de leer tu contestación, volvió a leer mi columna y me llamó por teléfono para decirme que no me preocupara, que la columna que había escrito era comedida, adecuada y coherente

Este artículo no iba a ir de esto, yo no tenía nada más que decir sobre Diego Conesa que lo que dije en mi columna anterior, y quería contaros algo más sobre la gestión de las colonias de gatos callejeros, que hay un sistema que perfecciona lo de la captura/castración/suelta, pero, al fin y al cabo, uno se debe a su público, he recibido más mensajes de gratitud, ánimo y respaldo esta semana que ninguna otra, y no todas las semanas me responde a la columna una Ilustrísima Señora diputado regional por lo que, en cierta forma, me siento obligada a escribir un poco más.

A lo primero a la que me siento en la obligación de responder es, por cortesía, a la cariñosa reconvención que nuestra vecina Magdalena hizo utilizando este mismo medio.

No te preocupes por mi, Magdalena (ya que me tuteas, te tutearé yo también). Mi madre, después de leer tu contestación, volvió a leer mi columna y me llamó por teléfono para decirme que no me preocupara, que la columna que había escrito era comedida, adecuada y coherente. Como comprenderás, yo entiendo que tengas tu opinión sobre lo que yo escribo, faltaría más, pero a mi la que me importa es la de mi madre y, realmente, muy poquitas más.

En otro orden de cosas, hay quien me ha pedido que te recuerde lo que tú y tu marido opinabais públicamente sobre este mismo Diego Conesa hace unos pocos años, pero creo, sinceramente, que es un recuerdo fuera de lugar. Uno tiene derecho a cambiar radicalmente de opinión ¿quién te lo puede reprochar?. En realidad solo espero que estos cuatro años te hayan merecido la pena.

También me han mandado muchas viñetas de aquellos años en los que Conesa estaba en la oposición, incluso alguna revista para que viera cómo las gastaba contra gente que jugaba en la liga municipal sin tener, como él, la visión de alcanzar la regional (y por lo tanto, y hasta entonces, con una tradición de juego mucho menos sucio que aquel que introdujo ese mismo Diego). En mi casa siempre se ha dicho que si se “lanza” tiene uno que estar preparado para “recibir”, que antes de lanzar uno tienen que tener cierta confianza en la dureza de su cuero. Verle lloriquear a lo largo de sus declaraciones de esta semana en los diarios regionales, la radio y demás me hizo pensar en el titular de la columna.

En fin, que me despido, y que, por supuesto, ese café, cuando quieras, que lo pago yo, faltaría más.
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