La semana pasada me decidí por el asqueroso tema de los pinchazos en discotecas para volver a escribir para 7Días. Aunque pensaba que iba a generar gran debate me gustó y sorprendió la buena acogida del artículo y el apoyo. Por ello vamos hoy a subir la apuesta, vamos con otro tema más difícil si cabe y todavía más tabú: el porno en los jóvenes.
No voy a entrar en el debate sobre si está bien o no que los mayores de edad consuman pornografía, dado que este tema está mucho más candente. Voy a hablar (después de documentarme bien y desde la experiencia) de qué implica que a día de hoy haya generaciones de niños y adolescentes aprendiendo lo que es el sexo a través de videos de internet.
Según Save The Children, 7 de cada 10 adolescentes (12-17 años) han consumido pornografía en algún momento de sus vidas, y un 68,2% de ellos reconoce consumir este contenido casi a diario. Además, el estudio reconoce que un 98,5% de este consumo se realiza a través del teléfono, hecho que puede dar fácilmente para otro artículo, pero que debemos tener en cuenta.
Con todos estos datos lo que nos queda claro es que no podemos mirar para otro lado. La gran mayoría de jóvenes ya está “aprendiendo” sobre sexo a través de internet. Lo que en un primer momento puede parecer algo normal del salto digital se vuelve realmente preocupante cuando vemos que nos espera si la cosa sigue así.
Ya son muchos los estudios que señalan que a los jóvenes les cuesta, con respecto al sexo, diferenciar entre la ficción y la realidad, y muchos se interesan por realizar en la vida real prácticas vejatorias y humillantes con las mujeres porque lo ven en un video y les resulta deseable o natural.
Muchos médicos señalan que además, el porno en edades tan tempranas, puede acabar por generar un comportamiento adictivo y sufrir disfunciones a largo plazo que les impedirán gozar de su sexualidad. Cabe destacar que las corrientes violentas y humillantes de muchas productoras pornográficas están acabando por generar en la mente de varias generaciones una imagen muy equivocada del sexo, que no se basa en el respeto y la comunicación.
¿Soluciones? Lamentablemente las mismas que hace 30 años, pero esta vez con mucha más urgencia. La solución es que padres y madres, tutores, se comuniquen de forma efectiva, eduquen y ayuden a sus hijos a desarrollarse también en este aspecto. Los riesgos de no hablarlo hace 30 años eran que el zagal o la zagala tuviese que descubrirlo todo por su cuenta, los riesgos a día de hoy son tan peligrosos como los grupos que imitan las violaciones grupales, la frustración por no ser o hacer tanto como se ve en la pantalla o la impotencia sexual por consumir demasiados estímulos. En nuestras manos está.