Las notas del himno nacional pusieron en marcha la procesión de Martes Santo pasadas las nueve de la noche. Nadie temía en ese momento que la lluvia pudiera hacer acto de presencia. Las primeras gotas, a penas perceptibles, llegaron tres horas después, cuando las imágenes del Santísimo Cristo de la Consolación y de María Santísima de las Penas estaban de vuelta en la Casa de Hermandad tras completar el recorrido de la procesión. Para entonces ya comenzaban a oírse los primeros comentarios entre los vecinos sobre la suspensión de las procesiones en Alhama de Murcia debido a la lluvia.
En Librilla, las nubes, como numerosos librillanos, acompañarón respetuosas a los marrones durante todo el recorrido de la procesión. Las imágenes salieron de la Casa de Hermandad con la torre de la Iglesia de San Bartolomé contemplando desde el otro lado de la rambla el paso del Santísimo Cristo de la Consolación y de Nuestra Señora de las Penas.
La Agrupación Musical de San Bartolomé marcó paso de los portadores al ritmo de los tambores y con la interpretación de varias piezas. También hubo emotivas saetas cuando las imágenes se disponían a doblar la calle del Maestro Espada. Y unos metros más adelante, en la calle de la Victoria, el Cristo y la Virgen fueron recibidos con pétalos de rosas arrojados desde un balcón.
La solemnidad estuvo presente durante todo el recorrido. El alcalde Tomás Baño y el parroco Juan José Sánchez acompañaron a las imágenes cerrando la procesión con otras autoridades municipales y representantes de las cofradías.
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