sietediasalhama.com
Mos volen furtar la paella! (Y los chuletones)
Ampliar

Mos volen furtar la paella! (Y los chuletones)

Con el debate de la carne, al cual le auguro unas semanas como máximo, pasará como con la cuestión de los indultos, se convertirá en una cortina de humo utilizada por unos para hacer debates estériles en el ayuntamiento y que así nos olvidemos de asuntos verdaderamente importantes

Por José Luis Aledo Martínez
domingo 11 de julio de 2021, 15:30h

En una de nuestras muchas tertulias en El Lolo, donde a base de unas cervezas y ensaladilla tratamos de tener nuestro sucedáneo de libertad a la madrileña, mi buen amigo Carles, al cual me gustaría dedicar estas palabras, me explicaba que en durante la Transición en la Comunidad Valenciana un sector de los conservadores, conocidos como Blaveros, acaudilló este eslogan contra aquellos sectores más próximos al pancatalanismo: «Mos volen furtar la paella!» [¡Nos quieren robar la paella!]

A raíz de la polémica derivada del video de Alberto Garzón, a la sazón ministro de Consumo, acerca de la cuestión del consumo de carne en España, así como las reacciones de ciertos líderes políticos, tanto de izquierda como derecha, no he podido evitar ver una especie de paralelismo entre ambos hechos, especialmente por el componente demagógico de ciertas replicas que han aparecido en redes como twitter, o las desafortunadas palabras de nuestro Presidente. Parece que ahora todo el mundo es experto culinario.

Si bien es cierto que servidor, a pesar de haber cometido la impostura de haberse sacado sus estudios universitarios de manera legal, cosa que muchos no pueden decir, se ha considerado un estudiante, y ahora investigador, bastante mediocre, parece bastante evidente que lo que quiso decir el ministro a través del desafortunado video, el cual para empezar podría haberse grabado en otro lugar y haber tenido un componente más didáctico, es aconsejable orientar nuestros hábitos cárnicos hacía carnes frescas, es decir, no producidas de manera industrias, puesto que, como llevan alertando desde la comunidad científica desde hace años, existe una relación entre estas y el desarrollo de ciertas enfermedades.

Por desgracia, y lo digo con todo mi pesar, la demagogia barata de políticos como García Page, al cual no me extrañaría ver vestido de cowboy en La Roda asegurando que a los manchegos no les va a faltar el embutido, sembró una sensación de pánico ante aquellos sectores de la sociedad que, quizá por falta de formación, vieron en esta noticia una proclama stalinista contra el consumo de carne, o lo que es lo mismo, un ataque a La Libertad. Nunca una palabra de nuestro rico castellano se vio tan presa de los designios de los ignorantes.

No me cabe la menor duda que este sábado muchos habrán asaltado los frigos de Mercadona para hacerse con unas cuantas bandejas de filetes de ternera, con toda seguridad aquellos con la etiqueta de descuento con más nervios que un estudiante de la Ebau ante el examen de inglés, con el fin de darse un merecido capricho ante la incertidumbre que se les viene encima, algo así como lo que sucedió con el papel higiénico al comienzo del Confinamiento. Otros, sin embargo, han guardado silencio al pertenecer al sector cárnico, con el pan de una casa no se juega he llegado a escuchar estos días. No les culpo, ni pienso hacerlo en el futuro, puesto que la culpa de este miedo irracional, proyectado hacía Moncloa no la tienen ellos, sino aquellos que han encendido la mecha.

Cuando pienso en aquellos que se les llena la boca de Libertad, especialmente en aquellos que son oposición en mi Pueblo, Antoñito sabes que no va por ti, me acuerdo del bueno de Heródoto, padre de la Historia en Occidente, con el cual combato el insomnio estas noches de verano. Con bastante sorna para mi gusto, el griego gustaba de calificar las clases pudientes de las ciudades helenas como «los gordos», ya que estos aristócratas terratenientes no pasaban precisamente hambre en comparación con el resto de ciudadanos, y no ciudadanos. Cada vez que uno de nuestros «gordos» modernos, o sus acólitos, vienen a darnos lecciones desde sus atalayas contra sus rivales me acuerdo de mi abuelo, el cual solía decir, o eso dice mi padre, que no hay nada más peligroso que un tonto que creé tener la razón.

Con el debate de la carne, al cual le auguro unas semanas como máximo, pasará como con la cuestión de los indultos, se convertirá en una cortina de humo utilizada por unos para hacer debates estériles en el ayuntamiento y que así nos olvidemos de asuntos verdaderamente importantes, tales como el estado de nuestras instalaciones públicas o temas relativos al patrimonio, sin mayúscula. Sea como fuere, que no se alarme nadie que no les van a racionalizar los chorizos y las magretas, hay mucha pasta detrás para hacerlo.

Finalmente, permítanme mandarle una cordial dedicatoria a un fan: «Se creé el hijo del ladrón que todos son de su condición».

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios