Caminamos por un septiembre atípico en el que se celebran comuniones, los niños, en lugar de apurar el verano a sorbos preguntan un día sí y otro también que cuándo llegará el colegio de una vez, y en lugar de ir quedando para calentar motores en las fiestas del Barrio con la vista puesta en la Feria, miramos cada día la lista de infectados con miedo a que sean muchos, a que estén cerca.
Sin embargo, que sea atípico no significa que no sea septiembre, que no comience el año hidrológico, que no amenace gota fría o que no haya que preparar los presupuestos municipales que deben ser presentados antes del 15 de octubre para poder aprobarse, como manda la ley, antes del 31 de diciembre.
El Presupuesto Municipal de 2020 se aprobó tarde y mal, sabiendo que aquello que se aprobaba pasaba automáticamente a ser papel mojado porque las circunstancias que se afrontaban no eran aquellas para las que el Presupuesto estaba diseñado. Ni se han ofertado los servicios que se preveía ofertar, ni los ingresos han sido los que se tenía previsto, ni lo han sido los gastos. Lo único que ha salido como estaba previsto han sido las subidas de sueldos y de impuestos, camuflada esta con el fraccionamiento del IBI. Es por esto que se hace imprescindible que se pongan a trabajar en firme (bueno, que se hubieran puesto ya en julio y agosto, que el Presupuesto no es un imprevisto, sino una obligación perfectamente reglamentada) para establecer y justificar el estado económico de ejecución del Presupuesto de 2020 en el que nos encontramos, y, sobre todo, diseñar un Presupuesto Municipal razonable, ajustado, y volcado en las necesidades de los vecinos y el pueblo y no en fantasías megalómanas.
Este no es un año típico para que le den a la oposición cuatro papeles a la trágala el día de antes del pleno y pasen el rodillo para aprobar cualquier cosa. El Presupuesto de 2021 no puede hacerse a la ligera. Nos jugamos mucho como pueblo. ¿Alguien duda de que estarán trabajando en ello?
Si (
No(
