Magdalena Sánchez Blesa dedica su poema semanal en Siete Días a las madres que ya no están y que son añaradas por hijos que nunca imaginaron cómo sería su existencia sin ellas. Explica que quienes tienen madre no siempre saben apreciar la importancia de su presencia. A veces, estas mujeres no reciben el cariño o el trato que merecen porque parecen eternas; hasta que llega el día en que se marchan. Entonces se desea tener una última oportunidad de "sembrarle a sus pies la primavera".
Éste es uno de los poemas que Sánchez Blesa escribe "como cuentos antes de dormir" durante alguno de sus paseos nocturnos por los caminos de la pedanía de Gebas en la que vive.
Si yo tuviera una madre, no habría en el cielo estrellas.
Yo las hubiera robado para hacerle una diadema.
Cuando la tuve, no supe la riqueza que tenía.
Si yo tuviera una madre, Luna en el cielo no habría.
Cuando uno tiene una madre, no puede hacerse una idea
de lo que cuesta la vida cuando se ha marchado ella.
Qué daría yo ahora mismo por ver cómo abre mi puerta
y entra diciendo mi nombre con esa cara de madre
que llevaba siempre puesta...