“Primero los de aquí”. Esta frase ha sonado en bocas un tanto retrógradas y con tono bastante despectivo desde que nos creímos superiores por el azaroso hecho de haber nacido en un lugar de la tierra en lugar de otro. Negando así un principio básico de la naturaleza que es la igualdad como miembros no ya de un mismo género, sino de una misma especie, si lo miramos desde el punto más tribal.
No falta nunca el gracioso (y sobre todo instruido) comentarista en ninguna reunión que, cada vez que aparece una patera o un grupo de inmigrantes huyendo de la guerra, suelta su “qué vergüenza, deberíamos mandarlos a su país” o “es que vienen y viven de las ayudas”. Dejando a un lado este último tema, que ya se ha demostrado por activa y pasiva que no es así, me gustaría saber qué opina este tipo de intelectuales, sobre las inmensas aportaciones a nivel económico, cultural, social y productivo que cumple la inmigración. ¿Qué sería del campo de Huelva y sus señoritos sin las temporeras que vienen a hacer la campaña de la fresa? Parece que lo que les molesta no es la inmigración, sino que aquellos que vienen a nuestro país tengan los derechos básicos de cualquier ser humano.
El racismo, muy unido a las corrientes de extrema derecha que ahora gobiernan EEUU y están tan vivas en España, se manifiesta en hechos tan imperceptibles como el lenguaje o el humor, pero lo cierto es que es una grave lacra, que puede llegar a causar muertes como hemos podido ver con el asesinato de George Floyd, hecho que parece estar concienciando a muchos estadounidenses estos últimos días.
No obstante en nuestro país, esto de “primero los de aquí”, parece que se está quedando a un lado. El gobierno de España ha aprobado esta semana el famoso Ingreso Mínimo Vital, y para sorpresa de todos, no ha sido del agrado de aquellos que se quejaban con esta dichosa frase. Parece que lo que escuece en nuestro país no es que se ayude a quien viene de fuera y tiene pocos recursos, lo que les molesta a estos conservadores es que se combata de forma directa unos niveles alucinantes de pobreza, de los que muchos empleadores se han aprovechado para contratar en condiciones de precariedad la mano de obra que necesitaban. Ahora lo tendrán más duro para aprovecharse del personal, sin hambre el patrón no paga miseria.