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Disciplina Positiva, prohibido castigar a los niños para educarles

Respeto, perseverancia, paciencia, confianza y mucho amor son imprescindibles para aprobar con nota la asignatura de 'Disciplina Positiva', impartida en la Escuela de Padres por la psicóloga Macarena Prieto, del Gabinete GLEP

jueves 14 de febrero de 2019, 05:39h
Disciplina Positiva, prohibido castigar a los niños para educarles
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El castigo no es la solución ni el camino para conseguir que los niños conozcan las reglas y aprendan a respetarlas. El primer paso para 'aprobar la asignatura' de Disciplina Positiva consiste abandonar todo lo que tradicionalmente asociamos a la palabra 'disciplina' y centrarnos en el adjetivo 'positiva'.

Macarena Prieto Larrocha, psicóloga del Gabinete GLEP, ha sido la 'maestra' que este miércoles ha dado clase en la Escuela de Padres organizada por la FAPA. En esta ocasión, la charla ha tenido lugar en el Colegio Ricardo Codorníu ante un número de asistentes que va aumentando con cada nueva cita. Ayer el aula de informática del centro se quedó sin sillas para acoger al medio centenar de padres que quisieron conocer otro sistema para educar a sus niños.

La Disciplina Positiva es nueva en cuanto a que no es muy conocida. Sin embargo, se planteó como método educativo hace bastante tiempo, en los años 20 del siglo pasado. Más tarde, tras caer en el olvido, volvió a resurgir en la década de los 80 a raíz de varias publicaciones de autoras americanas. Y ahora, esta cada vez más en boga.

El concepto básico consiste en no castigar a los hijos por su mal comportamiento sino en aprovechar cada conflicto, problema, tensión o rabieta de los niños para enseñarles a resolver problemas, valores, empatía... La idea es tan sorprendente como nada fácil de llevar a la práctica, sobre todo si no se aplica con constancia. "Es un reto total. A veces es muy difícil cambiar el enfoque tenemos, pero cuando empiezas a hacerlo y ves que los niños se responsabilizan, cooperan y lo hacen con una sonrisa, merece la pena", asegura Macarena Prieto.

Adiós a los castigos
Estamos acostumbrados al castigo y a las regañinas como métodos para frenar en seco el mal comportamiento de los niños. Sin embargo, ambos están descartados en la Disciplina Positiva porque este método no les otorga ninguna eficacia a largo plazo. "El castigo lo único que hace es cesar la conducta en el momento, pero no enseña a nuestros hijos a resolver las cosas de otra manera", según la psicóloga Prieto.

La Disciplina Positiva parte de la idea de que "actuamos bien cuando nos sentimos bien". Por lo tanto, si se impone un castigo a un niño o lo humillamos con una regañina, se sentirá enfadado y en ese estado de ánimo será imposible que piense en cómo solucionar la situación para hacer las cosas correctamente.

Reglas y firmeza
Que desaparezcan los castigos no implica que no haya reglas. En realidad son idénticas a las que se busca hacer respetar con los métodos tradicionales de disciplina. Las normas siguen siendo las mismas e igual de firmes, pero siempre defendidas por los padres "con cariño y con respeto; nunca con castigos ni humillaciones ni con nada que haga sentir mal a los niños".

"Lo que persigue la Disciplina Positiva es crear a niños respetuosos, con valores, que sepan solucionar sus problemas, que no dependan del refuerzo de los padres ni que busquen la aprobación de los demás sino que aprendan a disfrutar haciendo las cosas bien", explica Macarena Prieto.

Una rabieta, una oportunidad
El enfado máximo de un niño, la típica rabieta, es la oportunidad perfecta para poner en práctica este método y, al mismo tiempo, permite a los padres autoexaminarse en la 'asignatura' de Disciplina Positiva.

En esas circunstancias extremas, no hay que olvidar que el cariño y el respeto son las herramientas imprescindibles y que el castigo y la regañina están totalmente descartados. Para superar una situación así de manera positiva es necesario que los niños se sientan queridos y respetados. Para ello, los padres han de mostrarse tan amables como firmes.

De hecho, la firmeza y la amabilidad no sirven de nada si no va una acompañada de la otra. La firmeza por sí misma sólo lleva a que el niño obedezca por miedo o por el sentimiento de autoridad que le transmite su padre. Y sólo amabilidad es sinónimo de consentimiento y de ausencia de reglas.

Suspensos antes del aprobado
La asignatura de Disciplina Positiva es tan complicada para los padres como pueden ser las Matemáticas para sus hijos. De hecho, lo habitual es cosechar un buen puñado de suspensos antes de conseguir los primeros resultados positivos. "Es un método a largo plazo. Los frutos no se logran en un día", advierte la psicóloga Prieto. En ese tiempo de espera, mientras continúa el esfuerzo hasta conseguir el primer aprobado, los progenitores deben desechar el sentimiento de culpa ante cada fracaso. El secreto está en insistir y en no olvidar nunca que los padres son modelos de comportamiento para sus hijos. "Para enseñar respeto a los niños hay que ser respetuosos con ellos", señala Macarena Prieto.

Además, en todo momento hay que recordar que estamos ante un niño, del que precisamente hay que esperar que se comporte como un niño, no como un adulto. Y, sobre todo, es necesario "aceptar a nuestros hijos como son, con todas sus imperfecciones, que son tantas como las que tenemos sus padres", subraya la psicóloga.

"Dificilísima". Así describió la propia Macarena Prieto la Disciplina Positiva, una 'asignatura' que pone los pelos de punta a muchos padres con sólo imaginarse a sí mismos poniéndola en práctica con sus hijos. Sin embargo, los resultados merecen la pena, según la psicóloga del Gabinete GLEP.

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