sietediasalhama.com
Mi gran victoria
Ampliar

Mi gran victoria

Me pegaste muchas veces. Me es difícil recordar cuál fue la primera o la razón por que lo hacías, y tampoco entendí nunca por qué me insultabas o despreciabas

Por Eliana Márquez Moreno
martes 30 de noviembre de 2021, 19:43h

Mi gran victoria ha sido olvidarte, olvidar tus insultos, tus golpes y los años que pasé enjaulada en tu amor.

Yo siempre fui tu reina o eso era lo que tú me hacías creer.

Me pegaste muchas veces. Me es difícil recordar cuál fue la primera o la razón por que lo hacías, y tampoco entendí nunca por qué me insultabas o despreciabas.

Yo era la reina de tu casa, la reina de tu castillo. Nuestro reino fue una jaula, una cárcel de sufrimiento continuo.

Durante muchos años no fui nadie. No servía para nada. Mi opinión no contaba.

Mi vida y mis sueños eran tu saco de boxeo donde descargabas tus frustraciones diarias.

Tras cada paliza volvías pidiendo perdón, prometías cambiar, no hacerlo más, jurabas que me amabas y terminabas convenciéndome que lo hacías por mi bien.

Y yo escondía nuestra desgracia ocultaba las pruebas de tu vergüenza.

Aunque todo te señalara, yo siempre te protegía, buscaba excusas y te justificaba de cualquier manera.

Muchas veces decidí marcharme.

Pero… ¿Quién iba a creerme?

Ante los ojos de todos, eras un buen hombre, trabajador, honrado y educado. Nunca te denuncié. Y las pocas veces que intenté ser libre, intenté respirar y me armé de valor para salir de tu jaula, hubo quien me aconsejó volver contigo, diciéndome que ese era mi lugar, junto al padre de mis hijos.

Dejé mis estudios, mi trabajo, mis amistades y me alejaste de mi familia. Todo por tu amor. Me convertiste en tu sombra, tu empleada y tu víctima.

Desde pequeña me enseñaron a complacerte, respetarte, atenderte, satisfacerte; para eso me case contigo, para eso era tu mujer.

Nuestros hijos se acostumbraron a que me pegaras; dejaron de interponerse. Yo siempre te defendí y te justifiqué. Lo que hizo que con el tiempo se fueran marchando. Era tu casa, eran tus reglas y tú eras el verdugo.

Y yo creía que eso era amor, darte mi tiempo y mi vida era amor.

Y todo lo hice por lo que yo creía que era amor.

Y también hubo una última paliza; mi cuerpo no soporto más y mi mente dijo basta.

Es verdad, nunca te denuncié, hasta aquella noche.

Quien te ama no te pega, no te lastima, no te destruye y no hace lo que tú hiciste conmigo.

Aún recuerdo tu cara de incredulidad cuando te sentaron como acusado, tu sorpresa cuando tu “reina” dijo no más.

Me tuvieron que ayudar a reconstruirme, me enseñaron a volver a quererme y exigir respeto.

Aprendí a valorarme y volví a ser una mujer libre.

Hoy soy libre y ya no puedes hacerme daño.

Me protegen y lucho día a día por ser la “reina” de mi propio castillo.

Hoy soy feliz.

Mi gran victoria soy yo misma y mi libertad.

Mi gran victoria ha sido olvidarte.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios