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Inmunizarse al escándalo
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Inmunizarse al escándalo

La sentencia en la que se reconoce el despido del Coronel Pérez de los Cobos como “ilegal” y “provocado por su negativa a desobedecer la ley y el expreso mandato judicial” es en sí una acusación de gravísima prevaricación sobre el Ministro de Interior Fernando Grande Marlaska y por extensión, a todo el gobierno de Sánchez

jueves 01 de abril de 2021, 20:53h
Hay un proceso fisiológico que se llama desensibilización que ocurre cuando un fenómeno se repite demasiado frecuente y rápidamente, y que consiste en que perdemos la capacidad de notarlo y reaccionar a él. Es algo así como si se nos hiciera “callo” en los receptores sensoriales.

Curiosamente, este proceso fisiológico tiene su paralelismo en nuestra capacidad mental de reacción emocional. Podemos observarlo en nuestra capacidad de indignarnos espontáneamente.

La sentencia en la que se reconoce el despido del Coronel Pérez de los Cobos como “ilegal” y “provocado por su negativa a desobedecer la ley y el expreso mandato judicial” es en sí una acusación de gravísima prevaricación sobre el Ministro de Interior Fernando Grande Marlaska y por extensión, a todo el gobierno de Sánchez. El hecho de que dicha sentencia esté recurrida no implica ni un punto de disminución ante la enormidad de lo que se denuncia en ella, esto es, que un ministro de España requirió a un alto mando militar que cometiera un acto ilegal para obtener de él una ventaja partidista, y ante su negativa a saltarse la ley le castigó despidiéndole y colocando en su lugar a alguien que queda automáticamente marcado como “sospechoso de ser menos escrupuloso en la observancia de la ley ante los requerimientos del ministro”.

Lo malo, lo peor, es que no somos capaces de reaccionar ni siquiera moralmente como sociedad ante algo tan objetivamente escandaloso. Estamos tan desensibilizados por los escándalos diarios que muchas veces buscamos en nuestro interior la indignación y solo encontramos una epidermis engrosada, una capa fría y muerta que nos protege del dolor de los sentimientos y pensamientos demasiado vivos y repetidos.

Si alguna vez todo esto pasa, tendremos que reeducarnos para disminuir los umbrales de lo que somos capaces de soportar sin reaccionar.
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