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Detenido el alcalde de Alhama por el asesinato de su antecesor

Ocurrió en 1893 y todos los detalles de ese suceso están recogidos en 'Bandoleros y otros criminales en la Murcia del siglo XIX', un libro en el que Francisco Pérez, sargento de la Guardia Civil en Alhama, ha trabajado durante cinco años. Saldrá a la venta en octubre y ofrece un recorrido por la historia de los primeros años de la Benemérita en nuestra provincia y, con más detalle, en nuestro municipio

Por Redacción
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lunes 31 de julio de 2023, 20:37h
Hace cinco años se puso manos a la obra con la intención de reconstruir los primeros años de la historia de la Guardia Civil en Alhama de Murcia. Iba a ser un homenaje a su abuelo, comandante de puesto en nuestro municipio en 1940. Sin embargo, el libro de Francisco Pérez ha acabado convirtiéndose una inmensa fotografía de la Murcia de finales del siglo XIX y principios del XX que arroja luz con la que ver cómo era la sociedad murciana de hace sólo unas generaciones.

Pascual Madoz, Ministro de Hacienda durante el bienio progresista, describía a los murcianos como "gente de carácter muy voluble, sólo superados, tal vez, por los valencianos", recuerda Francisco Pérez, sargento primero de la Guardia Civil en Alhama de Murcia y autor de 'Bandoleros y otros criminales en la Murcia del siglo XIX'.

Su libro es el resultado del trabajo de cinco años de investigación. A lo largo de sus páginas, el sargento Pérez hace un recorrido por la Región, pero se detiene con más detalle en nuestro municipio para describir sucesos que tuvieron una gran trascendencia social. Uno de los de mayor repercusión tuvo lugar el 3 de diciembre de 1893. Ese día Modesto Hermosa Espejo Aledo murió de un tiro en el pecho. Ocurrió junto al Casino de Alhama de Murcia. A las 23:30 horas de ese mismo día la Guardia Civil arrestó a Emiliano Artero del Campo.

La víctima había sido alcalde de Alhama, era un significado político de Murcia, había tenido cargos en Madrid y poseía importante propiedades de nuestra localidad.

El sospechoso era el alcalde de Alhama en ese momento. Abogado y un destacado político, tambien era un importante propietario de origen muleño.

Al cabo del tiempo, se celebró el juicio, "Emiliano Artero del Campo fue declarado no culpable. Ese crimen quedó impune", concluye el sargento Francisco Pérez. Fue uno de los sucesos más mediáticos de la provincia de Murcia y uno de los más ampliamente cubiertos por los medios de comunicación de ese tiempo.

En aquella época, la Región era un sociedad rural. Las clases más desfavorecidas sufrían con intensidad las catastrofes que acontecían: epidemias de cólera, de tifus, inundaciones... y el bandolerismo. Lejos de la imagen romántica del buen delincuente que socorre a los desfavorecidos y hace justicia, los bandoleros eran "verdaderos criminales, unos ladrones y unos homicidas", aclara el sargento Francisco Pérez. En su libro, estos delincuentes aparecen descritos como unos indiviudos cuyo único objetivo era "la depredación". Afirma que "a quien tenía la mala suerte de cruzarse con ellos en los caminos antes de la existencia de la Guardia Civil le esperaba la muerte con total seguridad".

En esas circunstancias, la población veía que no podía desplazarse sin riesgo de ser víctima de "esos depredadores, que luego fueron hermoseados, pero que en realidad eran unos ladrones y unos homocidas violentos", explica el sargento Pérez.

La Benemérita vino a poner solución a ese grave problema.

La Guardia Civil llegó a Alhama porque los vecinos, sobre todo los más influyentes, lo demandaron para hacer frente a la inseguridad. Los primeros guardias vinieron en 1876. Ese año se creó el primer puesto de Alhama de Murcia en la Casa del Pósito. Sin embargo, hasta octubre 1889 no se acordó la creación definitiva de un puesto de la Guardia Civil en Alhama. Los primeros guardias llegaron en enero de 1890.

Años más tarde, en 1923, tuvo lugar el traslado al cuartel que la Benemérita ocupa en la actualidad, donde permanece desde hace un siglo.

Aquellos primeros guardias civiles destacaban sobre el resto de los españoles, afirma Francisco Pérez, "ofrecían un perfil superior a la media de la población en cuanto a altura, salud e instrucción". Muchos de ellos eran antiguos militares licenciados con honores del Ejército y la Armada. "Era gente robusta, aguerrida. Tenían una noción especial del servicio, del sacrificio y de la abnegación que proporcionaron a la Guardia Civil el carácter que conserva hasta hoy en día", explica el autor del libro.

Los guardias civiles que llegaron a Alhama en 1889 pertenecían a infantería. Eran un sargento, un cabo y cuatro guardias. Su equipo consistía en "un uniforme azul de paño con botones dorados, correaje marrón, polainas negras, mosquetón con bayoneta, la cartera de caminos y la mochila si se preveía que la correría durara mucho tiempo. En ese caso también llevaban una manta", relata Francisco Pérez.

Los guardias vivían en casas cuarteles con sus familias. En aquellos años, no disfrutaban de días libres, "hacían unas jornadas de trabajo que no son como las de hoy en día, con unos medios muy precarios en relación con los actuales, pero adecuados para el servicio que tenían que desarrollar", asegura el sargente Pérez.

En esa época, los guardias civiles tenían que vestir siempre de uniforme. Así lo había decidido el duque de Ahumada, fundador de la Benemérita, que había enviado una circular a los jefes de los tercios ordenando que fuera despedido todo guardia que incumpliera esa orden.

En esas condiciones, estos primeros guardias fueron los que se enfrentaron a aquellos sanguinarios bandoleros, cuyos encuentros muchas veces "acababan con el resultado de muerte" porque esos delincuentes, cuando se cruzaban con la Guardia Civil, normalmente no dudaban en hacer uso de sus armas.

Además del asesinato del ex alcalde de Alhama y los crímenes protagonizados por los bandoleros, hubo otros sucesos que tuvieron gran repercusión social en Murcia y más allá de las fronteras de la provincia: una niña de trece meses degollada por su padrastro en Monteagudo (1889), el crimen de la pedanía de La Arboleja (1896), el crimen de Eleuterio Gómez...

En aquella época no era raro que "cualquier problema se resolviera a navajazos, a garrotazos o a tiros", afirma el sargento Pérez.

Un lugar destacado en esa triste lista de criminales lo ocupó el alhameño Tomás García, alias 'el Colorao'. En 1900, este inviduo mató a puñaladas a una mula y asesino a su dueño. La Guardia Civil de Alhama lo detuvo en Cartagena. Antes de esa muerte, había estado en prisión en 1884 por homicidio. De vuelta a la cárcel tras su último crimen, allí mató a otro interno a navajazos y dejó malherido a un agente de prisiones a pesar de que el funcionario exgrimió su espada reglamentaria. "Era un homicida violento, de aquí de Alhama", afirma Francisco Pérez.

Todo esto ocurría en nuestra Región y en nuestro municipio hace sólo unas generaciones. Todo está recogido en 'Bandoleros y otros criminales en la Murcia del siglo XIX'. Está previsto que el libro salga a la venta en octubre. Y es el resultado de cinco años de investigación histórica de Francisco Pérez, sargento primero de la Guardia Civil en Alhama de Murcia.

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