Líder de opinión

El otro día, alguien, hablando de mi, me acusó de ser una “líder de opinión”. Me han dicho cosas más feas, para qué lo voy a negar, pero tengo que reconocer que esa persona no tiene razón, que yo bastante tengo con pensar y juzgar para mi misma como para ocuparme de pastorear la opinión de nadie. En todo caso, las entretelas de los artículos, para quien no las conozca, tienen su interés. Las llamadas y mensajes tanto de alabanza como de censura que se producen durante las primeras 24/48 horas desde que se publica cualquier tontería darían para libro y son muy ilustrativas de cómo funciona el tejido social del pueblo. Es más, te hacen sentir parte del mismo, para qué negarlo.

Hablando sobre eso de formar parte del tejido social del pueblo, esta semana me han mandado fotos de los regueros de lixiviados malolientes que dejan los camiones de la basura (supongo que por las calles donde recogen los contenedores ya cuando van llenos, no creo que ese chorreteo ocurra desde el principio) y de las aglomeraciones que se produjeron en la cabalgata del día de Reyes acompañadas de las correspondientes quejas de vecinos hartos ya de problemas que se repiten y persisten en el tiempo. “Es de agradecer que no tiraran caramelos, todo hay que decirlo”. Pues sí, es de agradecer, aunque no fuese una solución para evitarlas.

Por lo demás, por si las cifras COVID y demás no fuesen suficiente mala noticia, se suceden las noticias locales sobre inseguridad y vandalismo. Sin embargo, ninguno de esos problemas parece existir para nuestro Ayuntamiento, que anda a otras cosas. Nada nuevo bajo el sol y poco que comentar. Constatación de lo esperado. Cuando se deja de hacer el mantenimiento, los servicios y las instalaciones se deterioran. Nada que se note mucho en 3 o 4 años, pero algo indisimulable cuando ya se va camino de 7 sin hacer nada.