Entramos en “las semanas del autónomo”, esos 10-15 días en los que, excepto en la costa, todo parece ir mas despacio, con un ritmo moroso, húmedo y por momentos casi sofocante. Los periódicos traen sucesos y noticias de relleno, Sánchez pasea el Falcon de palacio a palacio con toda su comitiva, y Mariola, al contrario que el año pasado, procura hacerse algunas fotos con las que rellenar el Facebook, una visita a la escuela municipal de natación por ahí, que los niños siempre quedan bien en las fotos, otra de una reunión, dos o tres para que se vea bien que se habla con los distintos colectivos implicados en la feria de octubre (Tarde, por separado, para decirles nada y sin tener en cuenta su opinión ni necesidades. No hay más que recordar cómo se desarrolló la última feria que se pudo celebrar para darse cuenta de lo “mucho que le importa” al equipo de gobierno esta fiesta), otra visita a los adolescentes que se vacunan, y poco más.
Tanta parsimonia, sin embargo, no debe hacernos caer en la somnolencia. El tiempo de agosto suele ser aprovechado para perpetrar los proyectos más insensatos o impopulares y es el momento de protestar contra las intenciones de ADIF de dejarnos sin tren de cercanías durante un mínimo de tres años, contra las del Ayuntamiento de gastar casi dos millones de euros en garbillar agua cambiando de sitio el recinto ferial a otro prácticamente igual de grande y sin posibilidades de ampliación, o contra el cambio de las normas del Trasvase del Tajo que pretenden la asfixia de la industria agroalimentaria levantina con la excusa de cálculos ambientales manipulados. ¿Qué por qué es el momento? Básicamente porque el tiempo pasa, y si usted no alza la voz para decir lo que opina o le parece, otros aprovecharán para poner palabras en su boca y actuar en su nombre. Al final, los que tienen la mayoría absoluta hacen y deshacen, pero lo que no puede darles uno es facilidades para que encima le hagan comulgar con ruedas de molino.
Si (
No(
