Yo no lo haría, como tampoco me habría metido en las aulas de infantil a llevar cartas de los reyes magos, o en la escuela de Navidad a comer gusanitos con los niños, pero supongo que es porque no soy experta en ganar elecciones
Marga Estrada | Sábado 09 de enero de 2021
Los días en los que hay demasiadas cosas de las que hablar son, paradójicamente, días en los que es difícil escribir la columna. Siempre es mucho más difícil decidir qué será lo que se dejará fuera de foco que aquello que se iluminará. Luis me ha pedido algo local, y tras mi abandono de estos días navideños, le debo una satisfacción, así que quedan fuera los altercados USA y todos los paralelismos con los de Podemos, los de Vox o los separatistas catalanes. Tampoco voy a hablar de la nieve. (Ese blanqueo de capitales en toda Europa, que decía ayer un chiste).
Anteayer nuestra alcaldesa subía un post a Facebook donde afirmaba que la vacunación de los ancianos de la residencia Virgen del Rosario de Alhama se iba a retrasar unos días. El post fue retirado unas horas después sin que se produjese ningún tipo de rectificación pública de esa información errónea, lo que dio lugar a numerosos rumores y cierta incertidumbre. Según fuentes oficiosas (el del vino), el error había partido del gabinete de prensa del ayuntamiento, que había llamado a la Consejería para averiguar en qué momento se produciría la vacunación y al no recibir una respuesta clara, habría salido por peteneras.
Dejando a un lado la falta de sensatez de publicar una noticia así en el clima de nerviosismo que se vive estos días sin siquiera molestarse en confirmarla, uno no puede menos que rumiar sobre la necesidad que tenía la alcaldesa, por mucho que le gusten y necesite las fotos, de enterarse a qué hora iba a ser ese acto médico para plantarse allí y llevar con ella a los medios, siendo como es la vacunación algo en lo que el Ayuntamiento no tiene la más mínima competencia, y la residencia un lugar lleno de inmunodeprimidos y personas de riesgo a los que ese trajín de personas ajenas a su círculo habitual no hace ninguna falta.
Yo no lo haría, como tampoco me habría metido en las aulas de infantil a llevar cartas de los reyes magos, o en la escuela de Navidad a comer gusanitos con los niños, pero supongo que es porque no soy experta en ganar elecciones.
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