Esta pequeña tradición me parece una forma preciosa el compartir, alrededor de una mesa, en el sofá o en cualquier parte de la casa, un puñado de tostones y recordar a través de las anécdotas a los que ya no están. Y no, no es que no los recordemos durante el año, bien sabe Dios que si, pero estas anécdotas que contamos siempre nos devuelven la sonrisa a la cara de ese tiempo que la vida nos permitió disfrutaros.
Os llevamos en el pensamiento todos los días. Os llevamos en el corazón en cada paso que seguimos dando todos los días.