Esperaba yo, entre entrantes y ensalada, escuchar el discurso del Señor V palito, un discurso en el que se hablara de algo más que de lo obvio y de la nada. Mostrar un poco más de determinación; no hacia falta hacer sangre y ya que hablamos de sangre, el árbol de navidad que le pusieron detrás probablemente tenía más sangre corriendo por sus venas que la que él demostró. Hablar, habló, eso es cierto. Pero no dijo nada nuevo o sustancialmente importante.
“Los retos son grandes, pero no insalvables”
Para quien vive en la eterna burbuja, sin tener que afrontar la angustia de la vida diaria sin ningún tipo de problema económico, es fácil decirlo.
Bueno, es verdad que, como buen hijo de familia desestructurada, mucho no podemos exigirle.
Nos pidió “Respeto a la pluralidad, a las diferencias y que los valores éticos deben estar por encima de los lazos personales y familiares…” Hablando de lazos familiares, que no voy a ser yo quien critique a la familia ejemplar, pero vaya familia, que no la quisiera para mí.
Que me pierdo ante tanto despliegue de emociones y grandes verdades.
Días después sigue obnubilándome, ya que fueron quince minutos en los que el señor V palito no dijo lo que mucho esperábamos oír, pedir disculpas, resarcir las ofensas o por lo menos darnos una explicación, ya que, al fin y al cabo, somos nosotros los que le sufragamos la gran vida que lleva; qué menos que podamos exigirle eso.
Pues no, ochenta y cinco millones de euros son lo que se estiman como sustraídos, robados, tangados o escondidos en paraísos fiscales; disculpe mi atrevimiento, “supuestamente”, que sepamos y posiblemente se puedan demostrar. A saber lo que no sabremos nunca.
Quizá, desde mi ignorancia, esperaba de alguna manera una disculpa o un mínimo atisbo de explicación, hubiese sido lo correcto.
Y ya que hablamos de lo correcto ¿Qué tal si empezamos a plantearnos si de verdad queremos que nos represente, quien vive bajo la sombra del engaño más burdo de la historia de nuestro país?