Estos días me ha llegado por varios sitios la pregunta: luces de Navidad ¿Sí o No?
Detrás del No está la campaña #LucesNo, que quiere donar el dinero que se invierte en el alumbrado navideño a quienes en estos momentos más lo necesitan, como hosteleros, autónomos y personas que están sufriendo esta crisis.
Pero para muchos tampoco es una solución, ya que dichas luces de Navidad y toda la decoración especial para estas fechas da trabajo a miles de negocios en nuestro país.
Generada la pregunta yo tengo clara mi respuesta y para ello me voy a remontar a estos últimos meses.
Allá por marzo cuando nos confinaron, nuestros hijos se quedaron sin colegios, amistades, parques, actividades extraescolares y les dimos el miedo a relacionarse o visitar a sus abuelos, condenándolos para preservar su salud al encierro.
Llegaron los Mayos y aun recuerdo el brillo en los ojos de mis hijos cuando desde la ventana, vieron pasar el coche del ayuntamiento, con los altavoces en los que sonaban las canciones de los CorreMayos.
Semana Santa sin procesiones, Fiestas del Barrio canceladas, sus cumpleaños sin amigos ni familia.
Las fiestas patronales de nuestro municipio también canceladas, con la pena en el cuerpo de escuchar desde lejos los fuegos artificiales que no pudimos disfrutar como tantas veces.
Y por el camino que vamos, estas serán las navidades más tristes que les tocará vivir a nuestros hijos alejados de sus abuelos y sin cabalgata de Reyes Magos.
Quizá usted pueda darme mil razones para no poner las luces de Navidad.
Yo tengo tres razones para que sí las pongan, mis hijos, con los que me daré un paseo para ver las luces montada en el tren de la Navidad intentando normalizar todo lo que nos esta pasando, si este virus nos deja, claro.
Si (
No(
