Siempre que hablamos de trata de personas a todos se nos encoje un poco el corazón.
Esa forma que tienen algunos de aprovecharse y tratar a seres humanos como mercancía productiva es cuanto menos asquerosa. Siempre que oímos la palabra “trata” la asociamos a conceptos como “trata de mujeres”, en la que desalmados obligan a mujeres a prostituirse, convirtiendo en un infierno sus vidas. No obstante este no es el único tipo de trata que existe, y gracias al Ministerio de Trabajo se está poniendo sobre la mesa un grave problema que resiste en España ya demasiadas décadas, la trata laboral.
Fuera de ideologías pienso que ninguno de los lectores, ni de la mayoría de españoles, dudará de lo vil y condenable que es explotar a un trabajador aprovechándote de su condición de extranjero, o de que esté en una situación de extrema necesidad. No creo por tanto que tengamos que enfrentarnos a abiertos defensores de la esclavitud en el campo, aunque siempre me llevo sorpresas y no de las buenas. El pasado 18 de mayo se filtraba un documento del Ministerio de Trabajo en el que se instaba a aumentar y profundizar las inspecciones de trabajo en el campo, no ya solo porque este es un sector en el que tradicionalmente hay una explotación laboral casi sin parangón, lo dice alguien que lo ha vivido, sino también porque con la dichosa pandemia muchos españoles han pasado de trabajar en el campo para tener un sueldo, aunque sea pequeño, que llevar a sus casas.
En este famoso documento dice buscar la «posible» detección de «casos de explotación laboral y de trata de seres humanos para la imposición del trabajo». Llegados a este punto... ¿quién podría estar en desacuerdo? Es decir, ¿quién podría ver mal que se investigue a aquellos que explotan? Buena parte de la población vio con buenos ojos esta iniciativa, pero como siempre encontramos “desacuerdos”.
No podemos decir que haya unanimidad en la respuesta por parte del campo.
Aquellos empresarios que tengan sus papeles en regla y cumplan la ley no tienen ni que molestarse. Otra parte de los empresarios han respondido no muy contentos a las propuestas, afirmando que las inspecciones no son necesarias. A lo que el Ministerio respondió que entonces no tendrían de qué preocuparse, aunque personalmente creo que debería más de uno. Entiendo por otra parte que esto es bien recibido para aquellos trabajadores de almacenes de fruta y temporeros que ahora podrán sentirse amparados ante los abusos laborales que tan bien sabemos que existen, esto puede verse en la creación de plataformas y grupos de apoyo y difusión de las condiciones reales del trabajo en el campo como los que han salido en Córdoba, denunciando los salarios que pagan algunos empresarios por la recogida del ajo. Pero como no puede ser de otra forma siempre hay uno, o unos, que da la nota.
ASAJA (Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores) Navarra, a través de su presidente, Felix Bariáin, ha llegado a amenazar en un video en Twitter directamente a la ministra de Trabajo. Que diréis, vamos a ver cariño, que un ministerio son muchas más personas y no solo depende de ella la política a desarrollar, pero bueno. Este representante ha llegado a afirmar que “Como no se retiren las inspecciones no vamos a ser pacíficos”.
Forma poco decorosa de pedir que les dejen explotar a trabajadores tranquilos, que no quieren inspecciones allí.
Y todo esto mientras que este 26 de mayo se publicaban noticias en las que leíamos “Explotaban en el campo a sin papeles por 150 euros al mes”. Y es que todo parece más sencillo cuando uno se calla y agacha la cabeza, porque ahí está lo difícil, defender a quien lo pasa mal, al que está desamparado. Eso es patriotismo, eso es España, el cuidarnos los unos a los otros, y no el ir a explotar al personal y no dar jornales dignos.