La foto que acompaña este artículo de opinión, es un cartel publicitario que se encuentra en el metro de Madrid.
Yo, la que escribe estas palabras, llegué a este país hace más de 30 años con mi ropa y enseres básicos en un saco de tela. Al principio vivimos diez personas en un piso de 3 habitaciones y en más de una ocasión comimos y subsistimos gracias a la caridad de más de una familia que no dudó en ayudarnos. Les aseguro que ser niña inmigrante es muy duro y vivir con la espada sobre el cuello sabiendo que en cualquier momento tus padres pueden ser detenidos por no tener papeles es complicado para quien poco entiende del mundo por su edad.
Un MENA es un menor, una niña o niño desprotegido.
Un MENA es un menor extranjero no acompañado, que llegó a nuestro país después de recorrer miles de kilómetros y lo hacen solos. Huyen de situaciones extremas como la pobreza, el maltrato, la guerra o la trata. Y, lo que es peor, tienen menos de 18 años.
Cuando las pruebas determinan que se trata de menores de edad y no es posible la devolución a sus familias en sus países de origen, comienza un proceso de acogida plagado de dificultades, que a menudo, no se cuenta con suficientes medios para asegurarles una asistencia digna; o la falta de apoyo a su integración una vez que cumplen la mayoría de edad.
En España, los menores y extranjeros, no perciben ayudas públicas económicas y en el caso que estén tutelados, en el centro de acogida se cubren solo sus necesidades básicas.
Además las ayudas sociales en España tienen como primer criterio la renta económica de los solicitantes, no su origen.
Es decir:
“Un MENA 4.700 euros al mes” es mentira y viene a demostrar cómo se utiliza la falsedad para manipular y gestar la confrontación.
Señoras y señores de la ultraderecha, vuestra publicidad es vergonzosa y demuestra vuestra calidad humana.