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La mano dura vuelve a estar de moda
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La mano dura vuelve a estar de moda

La disciplina, amigos míos, no es la solución para todo en esta vida. Sinvergüenzas, a pesar de lo que diga Calatayud, ha habido siempre y los jóvenes no tenemos culpa de ello

Por José Luis Aledo Martínez
lunes 01 de febrero de 2021, 19:40h

El pasado domingo, a la hora de comer, tuve una interesante conversación con mi padre que me ha movido a trasladarles unos pensamientos en relación con la moral de estos caóticos tiempos. Mientras comíamos nuestros buenos platos de arroz con pollo, salió a colación el dichoso tema de las vacunas, no el de los trúhanes que sacan provecho de su condición para vacunarse antes de tiempo, sino, más bien, el de ponérsela o no.

La postura de mi padre, que va camino de cumplir los 52 años, era dubitativa, puesto que tenía serías dudas a raíz de un video del Dr. Cavadas, de esos que circulan por redes y que algún experto dentro de nuestro circulo de amistades difunde como si fuese palabra del Profeta. A mi parecer, que voy a cumplir los 25 años, no había motivo para alarmarse en este asunto, puesto que el hecho de que la Unión Europea y Estados Unidos, por no alarmar a mi padre con los ejemplos de China y Rusia, hubiesen dado luz verde tras múltiples protocolos sanitarios era motivo de garantía.

Lo cierto es que el caso del Dr. Cavadas, sobre el cual no diré nada dado mi completo desconocimiento en el campo de la medicina, me recordó a otro ilustre personaje que suele ser trending topic en los muros de Facebook de familiares y conocidos, me refiero al juez Emilio Calatayud, cuyas sentencias ejemplarizantes, así como sus opiniones acerca de nuestra corrompida juventud, gustan a gran parte de nuestra sociedad, sobre todo, a aquellos que, como mi padre, ya van cumpliendo años.

El eje central de los videos del ilustre letrado que he podido ver en muros, en su mayoría de años atrás, es la critica a la permisibilidad de los padres con respecto a los hijos, o hablando en un lenguaje más coloquial: la falta de garrote. Si bien es cierto que cada casa es un caso particular, es innegable negar que en la actualidad los jóvenes han (hemos) perdido ciertos valores tradicionales que nuestros padres, y más concretamente nuestros abuelos, tenían con respecto a la figura del padre y la madre, no creo que todo se solucione con una vuelta al pasado, donde el pater familias era una figura cuasi santa, aunque estoy seguro de que a muchos les gustaría volver a tener sometidos a la mujer y a los hijos.

En mi caso particular, que como les he comentado tengo 24 años, una edad que a muchos de los lectores les remitirá a sus propios hijos e hijas, puedo decirles con toda sincerad que juventud no es sinónimo de descaro con respecto a los sacrificios de los padres. Aquellos que me conozcan sabrán que tengo estudios universitarios, e incluso que he publicado un libro de especialidad en el campo de la Historia, lo cual es gracias al sacrificio de mis dos padres, que, aunque suene a tópico, no han dejado de luchar para que tenga la oportunidad que ellos no pudieron tener por determinadas circunstancias.

Es por ello por lo que cuando veo a los nostálgicos, y a las nostálgicas, que miran con añoranza los tiempos pasados no puedo evitar pensar en mis padres. Mi padre empezó a partirse el espinazo con 15 años lijando coches para ayudar en su casa y mi madre dejó la escuela con 8 para ir al campo. El hecho de que yo haya podido tener unos estudios es porque ellos saben muy bien lo que vale el sudor de sus frentes. La disciplina, amigos míos, no es la solución para todo en esta vida. Sinvergüenzas, a pesar de lo que diga Calatayud, ha habido siempre y los jóvenes no tenemos culpa de ello.

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