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Cómo hablar
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Cómo hablar

Esta semana se acumulan los motivos para enfadarse, escandalizarse, temer y rebelarse, pero se acumulan de tal manera que resulta casi imposible reaccionar a ellos

Tan difícil es escribir cuando no hay nada relevante que comentar como cuando se acumulan los motivos.

Esta semana han echado a la Guardia Civil de Tráfico de Navarra.

El PNV ha conseguido que el resto de España subvencione al País Vasco (una de las comunidades autónomas de España más ricas y mejor financiadas) el déficit de sus pensiones (Tienen un porcentaje de pensionistas mayor que en el resto de España con pensiones sensiblemente más altas, que gastan, evidentemente, allí, y eso se lo subvencionamos las comunidades autónomas más pobres.

Hemos visto cómo el delito de sedición desaparecía del Código en aras de que Sánchez se aferre al falcon unos meses más y preparando el terreno para que el 'el tornarem a fer ' sea una realidad que les resulte gratuita.

Hemos contemplado cómo se amenaza con 'tocar' el delito de malversación (puestos ya a hacer leyes 'a medida' ¿por qué parar?)

Y hemos visto cómo la aplicación de la famosa y chapucera ley del 'Sólo sí es sí' (chapuza que ya había avisado hasta alguien tan poco sospechoso de 'pensamiento derechil' como Carmen Calvo), empezaba a dar sus frutos, poniendo en la calle o reduciendo sensiblemente las penas de muchos de los delincuentes sexuales condenados en España.

¿Cómo se habla? ¿Cómo se dedica el suficiente espacio mental a cada una de estas cosas, enormes todas? La respuesta está en el artículo de la semana pasada o la otra. No se puede. La velocidad a la que nos llegan los golpes a los demócratas, a los que tenemos una visión liberal del Estado y entendemos la necesidad de separación entre los tres poderes, es tal, que nos entumece, nos incapacita y acabamos hablando a la menor oportunidad sobre algún tema viejo e insustancial, como el evidente nepotismo que llevó a Irene Montero a ser ministra.

A nivel local tampoco estamos mejor. Pasado ya el tiempo extra que pidió la empresa original para haber acabado el famoso pabellón, sigue sin licitarse siquiera. La obra del Castillo sigue paralizada hasta que a la empresa se le proporcione un proyecto en condiciones. Las obras del Praíco y la inexplicable intención de volver a cerrar al tráfico la calle Parricas tienen a los vecinos del Barrio alarmados y enfadados. Los parques siguen siendo un desastre. La limpieza no mejora. Y el equipo socialista sigue atacando a los pocos hosteleros que resisten en el pueblo porque “tienen que entender que Alhama es un pueblo dormitorio” y “a eso se aspira y se deben resignar”.

Así pues, como dice la canción '¿Cómo hablar?'

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