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Pura hipótesis
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Pura hipótesis

En 1696, el rey Guillermo III de Inglaterra, buscando mejorar los ingresos del Estado, introduce un impuesto a las viviendas que gravaba la cantidad de ventanas de cada una. La idea inicial era que el número de ventanas era un buen indicador del valor de los edificios, que tendían a tener más cuanto más lujosos y valiosos fueran

En 1696, el rey Guillermo III de Inglaterra, buscando mejorar los ingresos del Estado, introduce un impuesto a las viviendas que gravaba la cantidad de ventanas de cada una. La idea inicial era que el número de ventanas era un buen indicador del valor de los edificios, que tendían a tener más cuanto más lujosos y valiosos fueran.

Este es un hecho muy conocido que dio lugar a que se tapiaran en Inglaterra y Escocia muchas ventanas y se construyeran edificios con muy pocas, haciendo que la falta de ventilación produjera efectos adversos sobre la salud pública y provocase un aumento de las muertes hasta su revocación en 1851, y que se suele estudiar en todos los cursos sobre derecho fiscal como un ejemplo de la manera en la que los impuestos condicionan el comportamiento social mucho más de lo que suele estar previsto de antemano.

Ahora suponga que en un pueblo hay seis colegios. La población se distribuye en ellos en función de su capricho o conveniencia, ya que esos colegios no tienen posibilidad de seleccionar a sus alumnos.

Usted, legislador, le tiene manía a uno de ellos, considera que no debería existir, así que se dedica a legislar a favor de los otros cinco. Para ello subvenciona el servicio de acogida matinal, las extraescolares e incluso el comedor de sus cinco favoritos, discriminando al sexto. ¿Qué cree que va a ocurrir?

Efectivamente, se va a producir un cambio en el comportamiento social de los padres de ese pueblo. Determinados padres van a preferir ir a los colegios que usted subvenciona. ¿Quiénes? Aquellos padres a quienes el dinero que usted subvenciona les supone una diferencia, que van a estar dispuestos a renunciar a su capricho o conveniencia por esa ventaja económica. Está usted, de facto y con su legislación caprichosa, creando “colegios de pobres y colegio de ricos”, favoreciendo la segregación económica del alumnado y favoreciendo la formación de guettos escolares.

Es más, una vez puesto en marcha el cambio, este funciona como una espiral viciosa. Conforme se acumulan en los colegios favorecidos por la legislación los alumnos de un nivel económico menor, padres de ingresos medios o altos que, por proximidad o conveniencia hubieran llevado a sus hijos a esos colegios, se plantean la idoneidad de hacerlo y si no deberían hacer el “esfuerzo económico” de llevarlos al sexto colegio.

Pues eso. Pura hipótesis.

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