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Porque estuve en la cárcel y me visitásteis
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Porque estuve en la cárcel y me visitásteis

Si pudiera pasarme la vida que me queda, celda por celda de cada cárcel del mundo, hablándoles a los presos como les hablo a mis hijos, os prometo que así lo haría. Hago hasta donde alcanzo, hasta donde me llegan las fuerzas y el tiempo, pero nunca dejaré de intentarlo

Por Magdalena Sánchez Blesa

Hace un par de semanas estuve en la prisión de Estremera VII. Fui de la mano de la ONG En Paz, que con tanto cariño atiende nuestro paisano Pedro Velasco 'El Restinga', como se conoce en el pueblo de Alhama.

Es para mi un honor que se me lleve a esos sitios que Cristo ya recomendó hace dos mil años que no quedasen olvidados. “Porque tuve hambre y me disteis de comer, en la cárcel y vinisteis a verme”.

Llevo años visitando cárceles no solo en España, también en Guatemala, en Colombia, en Costa Rica, en Venezuela. He visto cosas terribles, he escuchado cosas tremendas. Pero ahí estaré siempre, donde dijo Cristo, ese hombre bueno que estuvo en este mundo combinando su mensaje tierno y dulce que ampara a los más vulnerables, con el mensaje contundente y fuerte de decir las siete verdades en el templo.

Me pregunta un preso en la prisión de Campos Del Río, (donde he estado este sábado, ahora con 'Solidarios para el Desarrollo', esa ONG que trabaja en todo el mundo y con la que he podido llegar a tantos sitios), que si soy creyente. Le contesté que tengo la desgracia de ser solamente practicante. Lo que me tengan preparado allí arriba, no me interesa por el momento. Tengo mucho trabajo, mucho que remangarme, y no puedo estar pensando en qué lugar me espera en el Paraíso.

Sé que de este mundo no me voy sin acercarme a los que más me necesitan y ser para ellos un soplo de aire fresco en su fracaso, en su angustia, en su agonía.

Siempre hay alguien que me pregunta que cómo puedo ir a las cárceles donde sé que está lo peor de cada casa. Pues miren, contesto siempre, resulta que ya fueron juzgados por la justicia. Resulta que cuando les hablo, veo correr lágrimas por sus caras y me dicen que se están preparando para salir siendo mejores personas.

El otro día me llevaron a mi conferencia a un preso de grado uno para que me escuchara. Lo más temido de la cárcel. Tenía la cara de hombre duro, peligroso. Me pidió la palabra y dijo que a él se le habían muerto dos hijas pequeñas y que recomendaba a todo el mundo que no se pierda la vida de sus hijos ya que él no pudo disfrutarlas.

Cuando acabó el recital, se acercó a mí con la fotocopia de un poema mío y me pidió que se lo firmara mientras me decía que se iba a su celda con ganas de ser mejor persona y que había visto luz.

Le dije que cuando salga de ahí, se espera de él ejemplo, cordura y bondad porque hay mucha gente esperando que se le ayude y no podemos perder el tiempo.

Me dijo que me promete que así será y que vuelva pronto.

Por eso voy a la cárcel, porque quisiera que cambien su actitud y salgan siendo mejores personas.

Voy para ver si evito un desastre. Lo intento. A veces, se consigue.

Si pudiera pasarme la vida que me queda, celda por celda de cada cárcel del mundo, hablándoles a los presos como les hablo a mis hijos, os prometo que así lo haría. Hago hasta donde alcanzo, hasta donde me llegan las fuerzas y el tiempo, pero nunca dejaré de intentarlo.

Todos y todas sabéis el cuento del ruiseñor intentando apagar el incendio del bosque. Llenaba su pico de agua en el río, se iba hasta el incendio y la volcaba en el fuego para ver si lo apagaba.

El león, lo observaba sentado. Una de las veces que pasó le dijo: -No seas ridículo, tú solo no puedes apagar el fuego, a lo que el ruiseñor contestó: -Estoy haciendo mi parte.

Pues eso, amigas y amigos. Estoy haciendo mi parte. Si yo fuera un camino, llevaría, los pasos a la esponta de una hoguera. Si yo fuera un camino, madre mía, si yo fuera un camino y lo cogieras…

Por cierto, estas ONG,s buscan voluntarios. Ruiseñores que carguen su pico de agua.

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