El revuelo generado desde Murcia y que ha sacudido a toda España no ha dejado indiferente a nadie, aunque como en muchas ocasiones sucede, a los ciudadanos de a pie, lo único que nos suscita esta avalancha de mociones, elecciones y demás pamplinas es vergüenza ajena (como poco).
Como si de César se tratase López Miras fue inesperadamente traicionado por sus socios de gobierno de Cs, y digo lo de inesperadamente porque por muy mal que lo estuviese haciendo nadie se lo veía venir, no obstante hemos visto como el mismo Cs, junto a PSOE, han iniciado una campaña para justificarla y decir que era algo que tenía que pasar, no sé si os suena lo de “hay que estirar el chicle de la corrupción”.
En la cámara regional hemos asistido, entre el desconcierto y el estupor, a “grandes” discursos sobre traidores, tránsfugos (sin conocer su significado morfológico o legal), corruptos o extremistas. Pero desde luego poco lugar ha quedado para el sentido común, como de costumbre. No obstante, me quedo con la frase de la portavoz de Podemos Región de Murcia, María Marín: (a Miras) “Ha convertido usted la Región en un casino”, me ha gustado, porque me parece tan acertada como atemporal, para muchos somos Las Vegas española.
La moción se planteaba en un momento completamente erróneo, debido a la pandemia mundial que estamos viviendo a día de hoy, este dato me gusta recordarlo porque a veces se nos pasa por alto. Pero ahora, tras una semana de desarrollo, hemos visto que se planteaba también de forma errónea, cuando se lanzan a la batalla la mitad de los de Cs desertan o se une al enemigo (que ya estaba sospechosamente tranquilo), y por todo este embrollo ahora Gabilondo tiene que prepararse una campaña electoral de prisa y corriendo contra el Coletas, que se deja el gobierno, cómo es la vida...
Por otra parte Miras ha conseguido salvar el gobierno pero… ¿A qué precio? Y lo más importante ¿Cuánto nos va a costar esta salvación a los murcianos? Porque si algo estaba claro era que la extrema derecha cogería impulso, pero ahora el PP se verá secuestrado por ella, porque se le puede decir muchas cosas a la extrema derecha, pero nos guste o no son de fiar, y eso es lo que más necesita ahora mismo un PP que ve casi desmontado su chiringuito y que teme que le saquen los trapos sucios, cómo de negros estarán tras 25 años de gobierno.
Así se nos dibuja el horizonte a los murcianos, con partidos y personas más centradas en los asientos que en el pueblo al que representan y que los elige, y con una intención cada vez menor de dialogar y de luchar por mejorar una de las CCAA más endeudadas de España.
Y con esto acaba el artículo de esta semana querido/a lector/a, siento que esta vez no haya contra punto favorable o un mensaje de esperanza al final, sencillamente hay días (y en este caso semanas) en los que es mejor ni encender la tele, qué hostias, ni levantarse de la cama.