Colaboraciones

Actos de Fe (política)

Lo cierto es que, a falta de decir que me la trae floja lo que puedan gruñir, en mi condición inherente de ciudadano tengo todo el derecho del mundo a manifestar mi disconformidad con una serie de prácticas que no se corresponden con lo que se espera de formaciones política de peso en este país

José Luis Aledo Martínez | Domingo 14 de febrero de 2021


Tras un breve descanso permítanme volver a honrarles con unos breves comentarios acerca de nuestra turbulenta actualidad, los cuales espero que no provoquen demasiadas indigestiones, en tanto que estamos en el día de los enamorados.

Días atrás no he podido dejar de pensar en un tema tan incomodo como es la Fe, no tanto aquella depositada en nuestros amables capellanes que han optado por inmunizarse contra el virus para que no corramos riesgos al depositar los pocos cuartos que nos quedan en el cepillo, sino más bien la Fe en nuestra casta política municipal.

Inevitablemente como historiador no puedo evitar preguntarme como alguien al mando de una concejalía tan importante como la relativa al Patrimonio, o quizá sus jefes de prensa, pudo pecar de ingenuo al servirse de las mayúsculas para enfatizar, como si esto fuese una conversación de WhatsApp en la que queremos demostrarle al aludido que le estamos gritando en la oreja. Los que nos comimos en la carrera toda una serie de clases sobre el patrimonio, bastante cargantes todo sea dicho, sabemos perfectamente lo que es, sin necesidad de citar leyes relativas al mismo, para eso están los libros.

Por otra parte, como ciudadano con un mínimo de raciocinio también me pregunto si estamos en el día de los santos inocentes para que desde otra formación se construyan criticas contra el adversario en las redes mediante fotos editadas con bocadillos como si esto fuese un comic de Bruguera, los cuales se ve que iban con un máster en Photoshop en la cesta de navidad para los fieles al partido. Alguien podrá decirme que es necesario aprovechar todo medio para “democratizar”, una palabra bastante bonita en estos días de garrote, la información. Sin embargo, a mi parecer, hay límites entre lo racional y espectáculo.

Llegados a este punto las jaurías de ambos bandos estarán buscando incasablemente las fotos de aquella soleada mañana en la que me recibieron en cortes para presentar mi libro y me hice la foto protocolaria, para llamarme desagradecido unos o agente encubierto otros. Lo cierto es que, a falta de decir que me la trae floja lo que puedan gruñir, en mi condición inherente de ciudadano tengo todo el derecho del mundo a manifestar mi disconformidad con una serie de prácticas que no se corresponden con lo que se espera de formaciones política de peso en este país.

Aunque también es cierto que poca cosa podemos esperar de formaciones que nos tienen entretenidos con sus pugnas de colegio para que no les podamos achacar que guardan silencio ante una anomalía democrática como es el hecho de que se vaya a condenar a un rapero por cantar que nuestra ilustre casa real tiene más manzanas podridas de lo que cabría esperar con cuarenta años de blanqueamiento por parte de instituciones que han hecho poco más que desencajarse las mandíbulas con los aludidos bajo la esperanza de que una vez que estos caigan les toque a ellos.

En fin, supongo que no a todo el mundo le agradarán mis palabras, pero no pierdo la esperanza de que alguien despierte de ese letargo goyesco de la ignorancia y los monstruos que provoca, puesto que muchas criaturas tienen la mala fortuna de mamarla de los pechos de su madre desde el día que pusieron los pies en este mundo.


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