Cada día tengo más claro que estamos perdiendo la capacidad de argumentar. Recurrimos al insulto fácil y a las faltas de respeto cuando nos sentamos frente a una opinión, que no es la nuestra, o que no compartimos o que simplemente va enmarcada con otro color.
Es lo fácil, ya que no requiere argumentación ninguna y no es necesario utilizar muchas neuronas e incluso denota bastante ignorancia. Los niveles intelectuales son los que son, y ésa es una verdad “imponderable de la vida real”.
Y lo curioso es que ya voy acostumbrándome. Raro es el día que no descubro en redes sociales algún improperio, falta de respeto o zafio comentario.
Sabe usted mi respuesta, ignorarlos.
Hay quien me recuerda a diario, que sea respetuosa y que por encima de cualquier comentario jamás le falte el respeto a nadie.
Educación, señoras y señores, educación.
Ése y no otro es mi argumentario, mi respuesta, lo que me viene a la cabeza en esos momentos, donde la crispación y locura la sufrimos quienes nos atrevemos a dar nuestra opinión públicamente.
Ya pueden ustedes inventarse el insulto que quieran, pueden recurrir a faltarme el respeto e incluso desprestigiar mi trabajo, que mi respuesta seguirá siendo la misma, ya que la educación es y será mi argumentario vital.
P.D.: “Edúquese, lea y respete para que le respeten”