Corrupción: “Acción y efecto de corromper o corromperse. En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización de las funciones y medios de aquellas en provecho, económico o de otra índole, de sus gestores.”
Llevo días dándole vueltas al artículo de opinión de esta semana. Muchos son los temas que rondan por mi cabeza; vuelta al colegio e instituto, las cifras de covid en nuestro municipio y la gestión nefasta de nuestros políticos autonómicos.
Pero, ante la duda de argumentar datos y mas datos, en este juego de mezclar palabras, hasta dar una opinión que puede gustar o no gustar, ser o no acertada, hoy quiero quedarme en la palabra, la mínima base de un texto escrito.
Si usted, como lo acabo de hacer yo misma, busca la definición de corrupción en la Real Academia de la Lengua Española, encontrará varias acepciones y de todas ellas hay una que ha llamado mi atención por su claridad:
“Un corrupto es una persona dentro de los limites de la razón, que realiza un proceso premeditado, razonado y calculado de costes y beneficios”
Premeditación, razonamiento, cálculo de beneficios. Leído así, vienen a mi mente muchas mas definiciones, como gestión pública, políticas públicas, transparencia, etc., etc.,
Palabras que dicen mucho y que conforman un todo, nuestro todo, ya que cuando un corrupto premeditadamente (razonando su gestión, calculando su beneficio y actuación), estafa, roba, manipula, saquea, despoja, despluma y hurta, lo hace a todos nosotros.
Casos aislados, 124.124.090.826 Euros. En este instante, aumenta diariamente, 587 casos de corrupción y 8161 implicados.
Las cifras de la corrupción en nuestro país.
Palabras, números, euros, casos, implicados… Nuestra España, nuestra “querida España, esa España mía esa España nuestra”.