Siempre me ha gustado pensar que quienes no tienen nada en contra de una persona o un acto no dicen nada sobre ella, no se quejan, no le prestan mayor importancia, sencillamente son respetuosos y viven sus vidas (que bastante tiene cada uno con lo suyo). No obstante, como cada vez que llega esta semana de junio, volvemos a escuchar los casposos comentarios de “¿Y para cuando el orgullo hetero?” o “¿Para qué necesitan un día del orgullo, si ya tienen los mismos derechos?” Ay Señor... todos los años igual.
Si se piensa bien, ¿cuándo mejor que este año para el Orgullo? Con todo lo que ha sucedido, es fundamental tener un acto que ponga en el centro al colectivo LGTBI, que ha sufrido y sufre discriminación de muchos tipos (económica, social, cultural, etc.) y que con esta pandemia su situación, al igual que la del resto, no ha hecho más que empeorar. No podemos olvidar nunca la estadística, las cosas de números, como a mí me gusta llamarlas. En el año 2017 tenemos una media de 51 denuncias mensuales por odio hacia la comunidad LGTBI, y que el 56% de estas tienen lugar en el espacio familiar o laboral (Fuente: Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Trans y Bisexuales, FELGTB)
Pero esta situación es muy difícil de explicar a quién no conoce esta realidad de cerca, a quienes no están familiarizados con el acoso, la discriminación o los problemas que pueden tener cualquiera de los miembros de este colectivo por el simplemente hecho de ser quienes son. Esta realidad es muy difícil de entender si no se ha tenido nunca cerca, si nunca se empatiza con sus afectados. ¡Pero qué paradójico! Que aquellos que afirman que vienen a restaurar España y a unirla nunca haya empatizado con un miembro de la comunidad LGTBI de España.
Y es que a día de hoy sigue existiendo aquello de los “armarios”, los hay en de los que solo están un rato al día, como cuando se va al trabajo o cuando se está con la familia, los que están todo el rato, los que solo están para salir a la calle, los que existen solo cuando hay algún familiar o amigo cerca, y así de muchos tipos más. Y todo esto lo único que significa es que todavía, a pesar de lo avanzado, no hemos conseguido construir una sociedad igualitaria, donde tu sexualidad y tu orientación no sea un problema, o algo que se deba esconder. Sueño con el día en el que no sea algo importante, el día en el que no necesitemos una fecha para reclamar por los derechos de una parte de nuestra sociedad, ese día dejará de ser una fecha de lucha, para ser un día de recuerdo por todos los y las que se esforzaron en conseguirlo.