El pasado viernes el IES Valle de Leiva cerró los actos de celebración del 50º aniversario con un solemne acto en el que intervino el director del centro, Roberto García.
A continuación reproducimos el discurso que ofreció íntegro, por cortesía del director:
"Señora Alcaldesa de Alhama de Murcia, directoras y directores de centros educativos públicos de Alhama, colegas y compañeros en la lucha diaria de la enseñanza.
Estamos aquí por un capricho de la naturaleza. El hecho de que tengamos dos manos y cinco dedos en cada una de ellas explica el origen del sistema numérico decimal que usamos y de la fascinación que nos producen los números redondos. Si en lugar de cinco dedos tuviéramos, pongamos por ejemplo, seis, nos quedarían, si no me equivoco, 22 años para celebrar esta fecha. Pero tenemos cinco y el número redondo se produce ahora.
He dicho con toda intención “celebrar”. Voy a retomar una idea de la que hablé cuando allá por septiembre presentamos el programa de actividades. Todos nosotros tenemos un día en el que cumplimos años y seguro que tendremos cumpleaños que nos pillan en un momento vital más bajo y otros que coinciden con etapas de satisfacción e ilusión. Todos los años cumplimos pero solo algunas veces tenemos verdaderos motivos para celebrarlo. Lo mismo pasa con las instituciones como el Valle de Leiva: el capricho de la naturaleza de nuestras manos ha querido que este cumpleaños coincida con un momento más dulce que amargo y, por lo tanto, creo que es la ocasión perfecta para hacer un discurso de celebración.
Imagino que más de uno se esté temiendo que ahora empiecen a aparecer los gráficos y números con que acompaño mis afirmaciones. Tranquilos, no es el momento. Los cambio por unos versos de Jorge Manrique:
Sus grandes hechos y claros no cumple que los alabe pues los vieron,
ni los quiero hacer caros pues el mundo todo sabe cuáles fueron.
Quizás “el mundo todo” sea algo exagerado pero, nos sintamos más omenos cómodos, es indiscutible el reconocimiento externo de nuestro Centro: la Consejería de Educación nos mandó en representación de la Comunidad Autónoma a un congreso nacional sobre convivencia, la antigua AEVAL nos invitó en representación de los centros educativos españoles a un congreso internacional sobre calidad, las dos Universidades públicas de la Región han recurrido a nosotros varias veces para encuentros y proyectos internacionales y muchos son los centros educativos de la Región que, de una manera u otra, quieren aprender cómo hacemos nosotros las cosas. Sí, quiero aprovechar esta ocasión para decirlo sin complejos: cualquiera que
no tenga miedo al ridículo puede alabarse a sí mismo pero no todos pueden cosechar tantas alabanzas de terceros.
¿Dónde queda la modestia, verdad? Llevo quince años de Director y ésta es la primera vez (y supongo que la única) en que puedo hacer una reflexión tan global sobre la trayectoria del Instituto; no voy, por lo tanto, a dejar de hacer una interpretación sincera. Si algo tiene nuestro sistema de calidad es que nos muestra lo que funciona y también lo que no funciona: no podemos pecar de autocomplacencia pensando que nuestros logros, notables, nos permiten dormirnos en los laureles. Todos sabemos muy bien cuáles son los retos que tenemos y los aspectos más mejorables de nuestro día a día. Pero más ridículo sería caer en el fatalismo de creer que en nuestras manos, las de aquellos que ahora mismo estamos aquí, no está mejorar los resultados. Ésta, y no otra, es nuestra situación actual: sabemos cómo podemos cumplir con más eficacia la misión de un centro educativo, porque lo hemos logrado en aspectos muy importantes, y sabemos también todo lo que nos falta.
Y, por saber, sabemos que dos son los elementos fundamentales del éxito. El primero es un concepto al que nos podemos referir con muchas palabras: implicación, entusiasmo, ilusión, esfuerzo, vocación. Lo tenemos y nos sobra. No lo digo yo: es la idea repetida en las encuestas que pasamos a las
familias. El segundo son los recursos, que, desgraciadamente, se han visto mermados en estos últimos años. Nos vendieron que compensáramos la falta de recursos con más implicación pero lo que debería haber sido puntual se está haciendo crónico. Como dice Silvio Rodríguez:
Agua me pide el retoño que tuvo empezar amargo. Va a hacer falta un buen otoño tras un verano tan largo.
Un buen otoño que traiga agua pero también otra actitud más comprometida con la educación. Sé que este momento se presta a tonos menos reivindicativos pero siento que es mi obligación decirlo: uno de los centros educativos de referencia de la Región celebra medio siglo de vida y, a pesar de haberlo solicitado desde septiembre, no somos suficientemente importantes como para que nos acompañe ningún miembro del equipo de gobierno de la Consejería.
Ya he dicho todo lo que tenía que decir: que estamos de celebración, que sabemos cómo podemos formar, como nos pide la sociedad, a la juventud alhameña y que más no se puede conseguir con menos. Solo me queda compartir con todos vosotros la responsabilidad que siento por representar
en este momento a esta institución, a este centro educativo, por ser parte del último eslabón de una cadena que comenzó hace tantos años.
Y, como no hay dos sin tres, termino con una cita de Fernando Savater:“Como educadores, solo podemos ser optimistas. Los pesimistas pueden ser buenos domadores pero no buenos maestros. La educación es un acto de coraje; cobardes y recelosos, abstenerse.”.
A pesar del largo verano, como optimistas irredentos que somos, el lunes intentaremos hacerlo un pelín mejor.
Muchas gracias".