Una vez lo conseguimos luchando y exigiendo vimos que la reivindicación no acababa allí. Hablamos de un centro que llevaba años reclamando algo tan básico como poder impartir clase en condiciones dignas, especialmente en una Región donde las temperaturas extremas no son una excepción, sino la norma, para sorpresa de nadie, el centro echó a andar a medio montar, con terribles resultados.
La situación se volvió insostenible en los últimos cursos. Episodios reiterados de calor extremo obligaron a activar protocolos para la suspensión de clases, con el consiguiente perjuicio para el alumnado, el profesorado y las familias. No se trataba de una incomodidad puntual, sino de un problema estructural.
A partir de ahí comenzó una lucha larga, intensa y, en muchos momentos, frustrante. La dirección del centro, el profesorado, las AMPAs y el propio alumnado alzaron la voz. Hubo escritos, concentraciones, denuncias públicas y una presión social constante que no permitió que el problema se normalizara ni se enterrara en un cajón administrativo. Desde el ámbito municipal, como vecino y como concejal de Educación, he acompañado esta reivindicación durante años, convencido de que defender la educación pública es también defender condiciones materiales dignas en los centros.
Sin embargo, el camino no ha sido fácil. Durante meses se sucedieron los parones, los anuncios incumplidos y reuniones llenas de promesas aplazadas. Mientras tanto, las aulas seguían siendo espacios donde aprender se convertía en un esfuerzo añadido por culpa del calor. Cada inicio de curso volvía la misma pregunta: ¿este será por fin el año?
Hoy, por primera vez, podemos hablar de un avance concreto y verificable: la licitación del sistema de climatización del IES Valle de Leiva ya es una realidad, publicada oficialmente en la Plataforma de Contratación del Estado. No es una concesión gratuita ni un gesto de buena voluntad tardía; es el resultado directo de ser 'pesados' por algo que es básico, de una comunidad educativa que se negó a resignarse con las condiciones tercermundistas en las que la Consejeria de Educación de la Región deja a quienes agachan la cabeza.
Este paso es una buena noticia, sin duda, y merece ser reconocido. Pero también debe servir para extraer conclusiones incómodas. Si no hubiera existido presión social, si el problema no hubiera sido visibilizado una y otra vez, probablemente hoy seguiríamos hablando de estudios técnicos pendientes o de futuras previsiones presupuestarias, pero por supuesto nada material. Por ese motivo debe quedarnos algo claro: Las cosas se consiguen luchando y esforzándonos.
Desde aquí mandar un cálido abrazo al profesorado del centro, que ha sufrido como nadie y ha sido valiente, alzando la voz para que su trabajo y el de sus alumnos pueda realizarse con las condiciones mínimas de dignidad que merece la docencia. Sobre todo a Roberto, su director, un hombre entregado que será recordado por haber dado un paso al frente y proteger a quienes lo necesitaban, sus alumnos.
No puedo dejar de felicitar también al alumnado, pero especialmente a Adrián, su tesón, capacidad y espíritu han hecho en gran medida posible que este cambio de alcance. Adrián, tienes un futuro por delante tan duro como bonito, sé que lo vas a hacer muy bien y que lucharás por lo que es justo.
Y finalmente celebrar con toda la comunidad educativa esta primera conquista. Ahora vamos a por el arbolado, las instalaciones adecuadas y el resto de obligaciones con las que la el gobierno regional se dedica a mirar para otro lado.
Viva la educación pública, de todos y para todos.