Montes indicó que entre los regimientos que durante esos años combatieron en el norte de África hubo cuatro (el Sevilla 33, España 46, Cartagena 70 y Vizcaya 51) formados en un 80% por murcianos. Cerca de 6.000 vecinos de diferentes municipios de la Región combatieron en la Guerra de Marruecos. Y la mitad, según los datos recopilados por el cronista, no regresó. La peor parte se la llevaron los soldados del Regimiento Sevilla, que partió hacia Melilla en 1921 en uno de los peores momentos de la guerra. Casi todos sus miembros fallecieron. Otros, los del Regimiento Vizcaya, acabaron cayendo prisioneros de Abd el-Krim, el jefe rifeño que lideró la insurrección contra el ejército español.
En su conferencia, Ricardo Montes también destacó el papel que desempeñaron los aviones en ese conflicto bélico. Fueron un nuevo elemento en el campo de batalla tanto en labores de observación de las tropas enemigas como en acciones de bombardeo.
De hecho, Los Alcázares albergó una base de hidroaviones desde 1915. Y gracias a donaciones de importantes personalidades de la Región y aportaciones de vecinos mediante recolectas se consiguión el dinero suficiente para adquirir dos aviones. Uno fue bautizado con el nombre de 'Murcia' y otro con el de 'Cartagena'.
Además de los aviones, muchos barcos partían hacia Melilla desde Murcia, concretamente desde el puerto de Cartagena. En ellos, viajaban los reclutas, que en su mayor parte pertenecían a las clases sociales menos pudientes. Los más ricos tenían la opción de pagar 500 pesetas a las compañías de quintas. Montes explicó que éstas buscaban a un pobre, le daban 400 de las 500 pesetas a la madre y mandaban al hijo a la guerra. Con ese dinero la familia podría vivir durante un año.
Una vez en Melilla, los soldados sin familiares ni novias tenían la posibilidad de cartearse con 'madrinas de guerra', unas mujeres voluntarias a las que dirigían sus misivas y que después éstas contestaban.
El equipamiento militar tampoco era el adecuado. De hecho, Lorenzo Rubio envió desde Alhama de Murcia toneladas de esparteras para muchos soldados que caminaban descalzos.
A su vuelta a Murcia, estos militares eran objeto de homenajes por parte de sus vecinos, pero pasados los días o semanas, muchos acaban cayendo en la pobreza ante la falta de trabajo o medios para ganarse la vida.
Con varias de estas pinceladas, el cronista oficial de Albudeite describió en su conferencia las condiciones sociales de la Murcia de finales del XIX y principios del XX, muy similar a la del resto de España.