Habló con el alma, con esa humildad que lo caracteriza, pero también con la pasión de quien ha crecido entre tronos, túnicas y devoción. Nos hizo reír, nos emocionó, y sobre todo, nos hizo sentir orgullosos de ser alhameños. Porque la Semana Santa en Alhama no se explica, se vive.
Gracias, Pedro Ramón, por recordarnos con tus palabras que nuestras tradiciones están más vivas que nunca. Por hacernos sentir que cada paso, cada tambor, cada vela encendida, forma parte de nuestra historia y nuestra identidad.