Reconoce que no sabe si existe o no el cielo. Sin embargo, asegura que la respuesta a esa pregunta carece de importancia cuando de trata de ayudar al prójimo.
"No estoy pensando en el cielo. Tengo que estar en la tierra", afirma Sánchez Blesa, para ayudar a todas esas personas con nombres y apellidos que viven angustiadas por sus problemas y que necesitan consuelo.
Seguramente haya cielo, hijos míos. No lo sé.
No lo niego, no lo pienso.
Es posible, puede ser.
No me afecta, no me cambia.
Alguna vez lo sabré.
O no, que es también probable.
Todo puede suceder.
¿Qué más da? ¿En qué me influye?
¿Si existe, me porto bien? ¿Y si no existe, qué hago?
¿Dejo al mundo padecer?...