"Vamos a curarnos primero esas enfermedades tan terribles que muchas veces llevan a las guerras y esas cosas tan horrorosas para el mundo", propone.
También lanza un mensaje de fuerza y de ánimo para encarar la muerte con el alma sana. "El día que yo me muera, voy a poner en mi lápida: He sido muy feliz, os lo aseguro, porque enfermé del cuerpo, no del alma", afirma la escritora.
Por si acaso improvisa la muerte mi partida,
por si el viaje de pronto me pilla por sorpresa,
quisiera despedirme, ahora que tengo un rato,
escribiendo una carta de amor a quien la lea.
No lloréis mi partida.
He conocido el mundo.
He sangrado en su herida.
No he dormido de pena.
Sólo siento que el grito de un puñado de polvo
no acabe con el hambre ni detenga la guerra...