Además, gracias a la fiesta, los niños tuvieron ocasión de demostrar sus dotes para el baile, aunque no todos quisieron hacerlo. Mientras unos seguían a su manera las indicaciones de sus animosas maestras, otros optaron por limitarse contemplar el espectaculo mientras sus padres, abuelos y demás familiares les realizaban fotografías.
El momento más esperado llegó con la imposición a los pequeños de las medallas que certificaban que habían superado el curso. Ahora, después de un año intenso, toca relajarse y disfrutar de las semanas de vacaciones.