Ese día, el pabellón de deportes se convirtió en un centro de espectáculos, con un gran escenario y un jurado dispuesto a valorar cada una de las actuaciones.
Demostraciones deportivas, canciones, cuentos, danza, música, magia... A lo largo de más de dos horas, los alumnos pudieron disfrutar de las dotes artísticas de los compañeros que reunieron el valor suficiente para subir al escenario. Los artistas tuvieron que enferentarse no sólo al público sino también a los tres maestros, incluida la directora del colegio, que formaban el jurado y que comentaron cada uno de los números y antes de escribrir en sus carpetas cada una de las calificaciones. En todos los casos, sus palabras fueron de ánimo para los chicos. Como cabía esperar, no hubo reprimendas.
El resultado del concurso se conoció después del recreo. Sin embargo, más allá quiénes resultaron ganadores, lo importante fue que los alumnos que participaron en el show hicieron pasar una entretenida mañana a sus compañeros.