Una procesión aterradora de vampiros, zombies y otros personajes diabólicos partió este miércoles desde la plaza del Ayuntamiento de Librilla por la Avenida de Natividad Sanz, en dirección al Auditorio. Finalmente, el desfile sólo llegó hasta el cruce con la carretera de Casas Nuevas porque los pequeños seres de la noche empezaban a estar cansados. Una fatiga más que justificada porque desde que empezó el pasacalles no pararon de danzar al ritmo de la música con las diferentes coreografías que había ensayado cada uno de los grupos.
El primero en llegar al final de recorrido fue el grupo formado por jóvenes y niñas que llevaban en sus manos unos guantes con los dedos iluminados.
A continuación surgieron de entre las sombras las niñas de un grupo de zombies, con los rostros pálidos de la muerte y la ropa manchada con la sangre de sus víctimas.
Más sofisticado en su vestuario, pero igual de peligroso fue el grupo que llegó a continuación, formado por vampiresas en su mayor parte, aunque también había algún vampiro.
Al igual que los zombies, los restos de sangre alrededor de sus bocas eran una pista bastante evidente de su comida favorita.
Y cerraron el desfile unas bailarinas con unos tutús cuyo color recordaba a las calabazas. Sin embargo, a pesar del aspecto angelical de las componentes de este grupo, los restos de sangre en sus rostros, junto a las arañas y cicatrices dibujadas en sus caras y cuellos, aconsejaba desconfiar de ellas y mantenerse alerta.
Por si no fueran suficiente los escalofríos y el terror generado por los grupos de baile, a lo largo de todo el recorrido, disfrutando del espectáculo entre el público, había payasos asesinos, cirujanos locos, vampiros adultos orgullosos de sus pequeños, esqueletos, psicópatas asesinos, viudas negras en busca de novio...
Librilla vivió la noche de Halloween en toda su intensidad.